El focense acusado de intentar matar a su exnovia y al hijo de esta lo niega

Tania taboada LUGO / LA VOZ

LUGO

Óscar Cela

Procesado y víctima reconocieron quebrantar la orden de alejamiento y verse a escondidas

13 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Minutos antes de las diez de la mañana y procedente de la prisión de Bonxe, donde permanece desde el 31 de marzo de 2018, L.M.S.V llegaba engrilletado y en un furgón de traslado de presos de la Guardia Civil a la Audiencia Provincial de Lugo para declarar por unos hechos ocurridos en marzo de 2018 en Foz.

A este hombre, natural de Asturias pero residente en el concello focense, se le acusa de intentar acabar con la vida de su expareja y del hijo de ella (dos delitos de asesinato en grado de tentativa por los que piden 24 años de prisión); un delito de robo con fuerza en domicilio habitado (cinco años de cárcel) y un delito de quebrantamiento (un año de prisión). En total piden para él una pena de 30 años de cárcel.

Los hechos se remontan a las 00.30 horas del día 30 de marzo de 2018 y según sostiene la Fiscal y la acusación particular, el hombre acudió al domicilio donde reside la víctima, que a esa hora se encontraba trabajando, y tras fracturar el cristal de la puerta de entrada al inmueble, accedió al edificio y entró en la vivienda (sin aparecer la puerta forzada), rompiendo varios objetos (como una televisión) y apoderándose de diverso material, propiedad de la mujer, entre el que se encuentran joyas y un perfume. Acto seguido, y según el ministerio público, el procesado abrió los cuatro fogones de la cocina de gas y las bombonas de gas de la cocina, así como el calentador y la estufa de gas, que supuestamente la víctima había dejado cerradas. Sin embargo, en su declaración, el procesado indicó que no tenía llaves de la vivienda de su expareja desde agosto de 2016.

Siguiendo el relato de la Fiscal, fue a la 1.45 horas de esa madrugada cuando la mujer llegó a su casa, acompañada de una compañera de trabajo que la trasladó en el coche, y percibió el fuerte olor a gas. Según declaró la víctima, cerró la bombona de butano y otros cuatro fogones, abrió una ventana para ventilar y alertó a la Guardia Civil. Una patrulla de Burela se presentó en la zona y se encontró a la mujer y a la compañera en el portal del edificio. Tras comprobar que no había ningún vecino en el inmueble, procedieron a cerrar los otros mandos del gas y a ventilar. En su declaración, los agentes intervinientes reconocieron el fuerte olor a gas en el piso. En cuanto a la actuación de los agentes en este suceso consta: la toma de declaración a la víctima y testigos, la detención del acusado y un registro en la vivienda y en el coche del procesado. No figura la realización de la prueba dactiloscópica en los mandos de gas, algo que echó en falta el abogado de la defensa.

Relación tóxica

En la vista oral que dio comienzo ayer y que se reanudará esta mañana, el procesado negó que hubiese entrado en casa de su expareja esa noche y que hubiese abierto las bombonas de butano de la vivienda con la intención de acabar con la vida de ella y la del hijo de esta. Reconoció que pasó por cerca de su casa, «bien cocido», poco antes de las dos de la madrugada, porque llevaba «de vinos desde las ocho de la tarde», pero no se percató de esa circunstancia hasta que ella le habló a él. «¿Qué hace aquí?, me dijo.

El acusado indicó que iba en busca de su coche y que para acceder a él tenía dos alternativas: pasar por junto al domicilio de su expareja o la de los padres de ella, y que optó por la primera.

En su declaración, el procesado aseguró que, a pesar de la orden de alejamiento de 40 metros decretada el 15 de octubre de 2016 por el Juzgado de Viveiro, mantuvo una relación con la víctima desde julio del 2011 hasta tres días antes de ser detenido. «Intenté cumplir esa orden de alejamiento pero solo lo hice durante 17 días porque ella se presentó para pedirme perdón. Desde entonces, quebranté diariamente la orden. La relación entre ambos continuó a escondidas de su familia y de la Guardia Civil», manifestó el acusado que aseguró que el contacto entre ambos se prolongó incluso cuando él estaba ingresado en prisión. «Me llamaba hasta cuatro veces al día y me ingresó dinero», manifestó.

En todo caso, reconoció que la relación entre ambos era «tóxica», porque ambos eran adictos a la cocaína y alcohol. «Si bebíamos como animales y nos drogábamos como leones, discutíamos como fieras. Las resacas eran muy malas. Somos dos buenas víboras, el uno contra el otro», dijo el acusado en la vista oral. También aseguró que nunca quiso hacerle daño «al crío», porque dijo que quería al niño «más que» a «muchos miembros» de su propia familia.

Por su parte, la víctima puso de manifiesto el acoso reiterado que sufría aunque reconoció que se veían a escondidas y admitió haber hecho incluso un viaje a Sitges, a pesar de que sobre él pesaba una orden de alejamiento.

Acusado: «Bebíamos como animales, nos drogábamos como leones y discutíamos como fieras»

Víctima: «Díxome que se non volvía con el prendíalle lume a casa comigo e co fillo dentro»