Negocios de éxito lejos de la ciudad: «¿Por qué debería estar en otro sitio?»

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LUGO

De izquierda a derecha, Fabio González, Iria Otero, Elisabet Castro y Laura Lorenzo
De izquierda a derecha, Fabio González, Iria Otero, Elisabet Castro y Laura Lorenzo LA VOZ

El sector de la gastronomía reflexiona sobre las alternativas al despoblamiento de la Galicia interior

10 feb 2020 . Actualizado a las 12:04 h.

¿Pero qué hacéis aquí?, ¿por qué no os vais a una ciudad?, ¿a qué esperáis para montar un restaurante en A Coruña o Madrid? Elisabet Castro está acostumbrada a recibir este tipo de preguntas. «A mí me hacen mucha gracia. Parece que un restaurante bueno tiene que estar por fuerza en un sitio grande», dice entre risas la sumiller del restaurante y enoteca Mesón do Campo. Su respuesta a los comensales más incrédulos suele ser a la gallega, dejando caer otro interrogante: ¿Por qué nos vamos a ir si estamos bien aquí?».

Clientes de diversas procedencias peregrinan cada fin de semana a este restaurante de Vilalba. La cocina de proximidad se saborea en los platos y la carta de vinos es una de las más sugerentes que se puede encontrar en Galicia. «Aquí cocinas con un pescado salvaje traído de la lonja que fue capturado ese mismo día, y con una verdura que salió del huerto unas horas antes. Una de las macrotendencias es comer sano. ¡Y dónde vas a comer más sano que en el campo!», dice Elisabet, elegida mejor sumiller de Galicia por el Instituto Galego do Viño en el 2018.

Los tiempos cambian

Este y otros argumentos centraron la ponencia sobre negocios de éxito en el rural que ofreció en el salón ourensano de gastronomía Xantar, dentro de una jornada sobre reto demográfico y fijación de población. Elisabet Castro encontró fuera de la ciudad calidad de vida y de producto para impulsar un local de prestigio que supo adaptarse a un mundo cambiante. «La visión de antes del negocio ya no sirve. Hay que ir más allá, especializarse, estar en las redes. El cliente no es el que pasa por delante de la puerta, lo captas lejos de tu restaurante. Cuando entra por primera vez, ya te conoce», opina.

La sangría del despoblamiento ensombrece el futuro de una Ribeira Sacra pujante. Ni siquiera la rentabilidad del sector vitícola ataja la hemorragia demográfica. Según datos del consejo regulador, la media de edad de los más de dos mil viticultores acogidos a la denominación de origen es de 65 años. Pero siempre hay excepciones. Después de vivir nueve años en Madrid y cuatro en Londres, Fabio González está de vuelta en su tierra. Desde el 2018, trabaja codo con codo con su padre, Fernando González, para consolidar el proyecto de Adega Algueira como un referente enoturístico.

De las posibilidades del turismo del vino fue de lo que habló en Xantar como invitado a la jornada sobre reto demográfico y fijación de población. «Hoy en la Ribeira Sacra estás en el mundo. Acabo de dejar a un productor francés que quería conocernos. Ayer atendimos a un grupo de japoneses. Y eso que estamos en febrero, que es cuando todo está más parado», dice Fabio, habitual interlocutor de los visitantes extranjeros en la bodega por su familiaridad con el inglés.

Hacer lo que te gusta

Su padre dejó hace treinta años la comodidad del despacho de director de una oficina bancaria para embarcarse en la aventura de poner en marcha Algueira, una de las bodegas de mayor proyección de Ribeira Sacra. Fabio lo tuvo más fácil. «Me subí al tren de un proyecto ya posicionado. ¿Empezar de cero? No sé si habría sido capaz de hacerlo. Cuando llevas tanto tiempo fuera no es fácil regresar. Si no lo fue para mí, imagínate para mi compañera que nació en Suecia». Después de dos años en la bodega, tiene la convicción de haber acertado. «La clave -explica- está en hacer lo que te gusta, en disfrutarlo. El vino en la Ribeira Sacra no es solo cuidar cepas, lo que haces puede tener eco a miles de kilómetros».

La globalización y las redes sociales impulsan proyectos que serían inviables hace unos años

La historia de la urbanita que de la noche a la mañana decidió dejar la ciudad para instalarse en el campo. Iria Otero, enóloga de profesión, vivió esta experiencia con su pareja y sus tres hijos pequeños. Los organizadores de la jornada sobre reto demográfico y fijación de población le pidieron que hablase en Xantar del éxodo al rural que emprendió con su familia. «No tengo raíces en el campo. Nací en A Coruña y, antes de instalarme en Vigo, viví en Londres, en Madrid y en Logroño. Pero siempre tuve la impresión de que acabaría por irme a un sitio más pequeño. La ciudad solo me gusta para pasear si estoy de visita. Para vivir, me estresa», comenta.

Hace dos años que dejaron Vigo para instalarse en el corazón del Ribeiro. En el pequeño municipio ourensano de Leiro está su casa y el centro operativo del proyecto Vinos con Memoria. En colaboración con otras bodegas, Iria Otero también elabora vino en Rías Baixas y en Ribeira Sacra. Producciones escasas que tienen como destino preferente el mercado internacional. La globalización, paradójicamente, tiene bastante que ver con su salto al rural. «Hace treinta años -señala- esto no lo podríamos haber hecho. Nuestro márketing está en las redes sociales».

En Leiro disponen de los servicios suficientes. Tienen escuela y centro de salud. Ourense está a veinticinco minutos en coche y el paisaje compensa con creces los baches de las carreteras secundarias cuando hay que llevar de gira por los viñedos a algún importador. La oferta cultural no es ni de lejos la de Vigo, pero a cambio encontraron un escenario más acorde con su forma vivir. «Nuestra filosofía vital está más próxima a esto y los niños son los que más lo disfrutan», dice la enóloga coruñesa.

El AVE del rural

En la jornada sobre reto demográfico también participaron como ponentes Laura Lorenzo, de Daterra Viticultores, y Diego Diéguez, de la bodega Cume do Avia. Tienen como escenario territorios diferentes -Bibei y Ribeiro, respectivamente-, pero son dos proyectos con muchos aspectos en común. Ambos comparten una viticultura respetuosa con el medio ambiente y un estilo de vinos que, pese a sus reducidas producciones, fueron capaces de despertar el interés de la prensa especializada a nivel internacional. Internet es para el campo lo que el AVE para muchas ciudades.