Solo tres días después, ya se vio que el nuevo candado también había robado. En esos días, además, las instalaciones de nuevo fueron asaltadas. Pero no solo hubo robos de camas, mesas o sofás, sino que se hicieron pintadas en las paredes y se vaciaron los extintores sobre el suelo. El balance de los reiterados asaltos incluye también la sustracción de grifos y la rotura de lavabos.
La apertura de la finca, con el hotel ya cerrado, fue decidida por acuerdo del Concello y del propietario, en el otoño del 2018, para mantener el acceso a quienes deseasen acudir a tomar las aguas o a pasear, con el compromiso municipal de mandar personal para abrir y cerrar todos los días. En la denuncia se recoge que una persona que llevaba funda de trabajo con logotipo del Concello aseguró que algunas veces no podían ir a cerrar el candado.