«Todo va para la alta velocidad de los señoritos y los otros trenes se recortan»

c.a. LUGO / LA VOZ

LUGO

Carlos Castro

Empleados y sindicalistas denuncian la falta de medios para las vías férreas convencionales

30 dic 2019 . Actualizado a las 17:56 h.

El cierre de las taquillas de la estación de Sarria no es una sorpresa para los empleados de Adif ni para sus representantes sindicales. Saben que lo intentaron en el 2002 y también en el 2017, y que ahora parece que será la definitiva. Porque los trenes y las vías convencionales no son los que se llevan el dinero y porque los dirigentes políticos de la empresa ferroviaria prefieren desviarlo a la alta velocidad.

«Ahora todo el dinero va para la alta velocidad de los señoritos y el resto de trenes se abandonan porque la gente no protesta. Un día no hay maquinista, otro día no hay interventor y otro se avería la máquina, porque todo el dinero se emplea en los proyectos de alta velocidad. Sin embargo, con muy poca inversión, un tren de Lugo a Coruña podría viajar casi a 200 por hora, realizar ese trayecto en media hora y tener muchos viajeros diarios. Pero eso no interesa y se abandona la vía, sus estaciones y trenes». Así de claro se explica un representante sindical que conoce al dedillo los oscuros intríngulis de la empresa ferroviaria.

«Más bien empresas -precisa- porque en realidad parte de los problemas empiezan en las peleas de Renfe y Adif porque una empresa se solapa con la otra. Ellos explican que Renfe pagaba a Adif por los servicios que le realizaba, pero ahora Adif dice que Renfe no le paga por las taquillas y los servicios a los viajeros, y por tanto cierran las taquillas y dicen que su responsabilidad son los trenes y las vías, pero no la atención a los viajeros. Una auténtica locura en donde lo único que prima es poder vender resultados, o supuestos resultados, porque depende de quién los cuente y de cómo se maquillen», explica otro veterano sindicalista de Renfe.

No es para ahorrar

Otro trabajador que conoce bien el origen de los recortes señala que no se trata de reducir costes para ahorrar, y lo cuenta así: «En Renfe no te reducen servicios para darte un precio más barato, como puede ser en los vuelos de bajo coste. Aquí recortan servicios pero no para dar un billete más barato al cliente porque el precio sigue siendo el mismo, y de hecho, los precios de los viajes van a subir en el mes de enero, tal como está previsto».

Ni siquiera las inversiones en las vías sirven para mejorar los servicios. Un experto en las vetustas líneas férreas lucenses recuerda que por ejemplo se gastó una gran cantidad de dinero en la variante de Pobra de San Xiao y la estación de O Páramo y no se ha rentabilizado. «El ahorro en minutos de esa variante no sirve para nada, porque el tiempo que ahorran los trenes no se utiliza para parar en otras estaciones como Pobra, Oural o la nueva estación de O Páramo, sino que simplemente los trenes llegan antes a Sarria y esperan más tiempo parados en la estación hasta que pasa el tren en sentido contario. Es una vergüenza y un escándalo hacer mejores vías para que los trenes hagan paradas más largas en las estaciones y los tiempos de viaje prácticamente no varíen», concluye.

La polémica está sobre la mesa y la indignación, servida. Sarria afronta por tercera vez el vértigo de quedarse sin su estación de ferrocarril. Un aguijonazo más en unos tiempos en los que los políticos recurren una y otra vez al discurso de la España vaciada.

El factor peregrinación

Otra de las aristas que presenta el incierto futuro de la estación de Sarria es la repercusión de la cuestión a nivel de peregrinaje. No hay que olvidar que la localidad es punto de partida para millares de peregrinos y dejarla sin servicio, o limitarlos, podría ser otro golpe para la localidad. Por lo de pronto, hay colectivos que ya han comenzado a manifestar su preocupación por el asunto.

Máquinas de expender billetes que la gente mayor no sabrá usar nunca

La instalación de máquinas expendedoras de billetes en la estación de Sarria causa sonrisa cuando se le pregunta a los empleados por su resultado. «Pero quién puede pensar que un señor de sesenta o setenta años, que lleva en muchos casos un móvil para llamar y no un teléfono inteligente, va a saber manejar una maquinita táctil para sacar un billete, o a conseguir una tarjeta dorada como la que se le facilita en una oficina. Eso es imposible y lo sabe todo el mundo de Renfe y Adif, pero eso no importa. Se suprime personal y servicio y la gente mayor y de los pueblos, que se busque le vida para viajar. Y de esa manera, las vías y las estaciones de pueblo seguirán perdiendo viajeros, y dentro de unos años estarán listas para su cierre», dice otro empleado que conoce bien las formas de proceder a lo largo de los años.

«Una de las formas de Adif para anular o suprimir un puesto de trabajo y llevarlo a otro lugar es por falta de rentabilidad, así que, si no se lo ponemos fácil al cliente y le dificultamos usar determinadas estaciones, pronto estarán en condiciones de trasladar al personal por falta de rentabilidad y cerrarlas», detalla un trabajador.

Los empleados conocen a la perfección una realidad que parece cada vez más oscura para las pequeñas estaciones. La unión entre las localidades afectadas apunta a ser una de las primeras medidas de resistencia.