Cobreros Aranguren: «Me gusta pasear por la Muralla porque se ven las obras que hizo mi abuelo»

José Antonio Cobreros Aranguren (A Coruña, 1943) nació en la ciudad herculina casi de casualidad pero al poco de nacer su familia se desplazó a Lugo, a casa de su abuelo en las proximidades del parque Rosalía de Castro. Estudia primaria en Las josefinas y luego el bachillerato, en el entonces denominado Instituto Masculino. Hace el Preuniversitario en Madrid, ciudad en la que posteriormente cursa la carrera de Ingeniería de Caminos. Se traslada luego a Pontevedra por razones de trabajo y a continuación, en la Administración, construyendo la carretera A Cañiza-Vigo-Pontevedra.

Siendo alcalde Tomás Notario, colega de profesión, lo llama para realizar las obras de Pedrafita, que finalizan en 1975. En 1978 es nombrado delegado del Ministerio de Obras Públicas y posteriormente, con las transferencias, pasaría a la Xunta como delegado provincial de la COTOP, compaginando este trabajo con el de Jefe de Carreteras, puesto en el que continuó al cesar en su cargo político aunque volvería a ser nuevamente delegado en la época del conselleiro Cuiña.

Regresa a Madrid como funcionario en donde recibe el encargo de la realización de las obras del AVE Madrid-Segovia-Valladolid-Medina del Campo. Retorna nuevamente a Galicia para la construcción de la carretera Ourense-Santiago hasta su jubilación, hace ahora seis años.

Entre sus actividades de ocio están las de pasear, leer y tomar unos vinos con los amigos. También sigue recuperando cosas de sus abuelos, en especial del general Aranguren, que fue fusilado por Franco al final de la guerra por permanecer fiel a la República hasta el último día, documentación que facilitó a Lorenzo Silva para un libro sobre su abuelo.

A la hora de escoger tres rincones de Lugo se inclina por el parque Rosalía, el jardín de la Diputación y la muralla, en especial la Porta de Santiago.

«Elijo el parque en primer lugar -explica Cobreros- porque me recuerda toda mi infancia, en especial cuando hacía buen tiempo porque era muy agradable. En aquel entonces estaba más vigilado, había dos guardias municipales que no nos dejaban jugar a la pelota ni andar en bicicleta. Asimismo tengo un recuerdo imborrable de una fuente con azulejos azules que ya no está. También detrás de la caseta de los guardias había una pérgola con azulejos azules en donde nos sentábamos los niños y luego el bancal, que era donde jugábamos a la billarda, o las cuestas, llenas de hierba y al fondo, los castaños de los que cogíamos las castañas en otoño».

Recuerdos de su abuelo

El jardín de la Diputación le trae recuerdos de su abuelo materno que lo diseñó, aunque considera que en la actualidad, es muy umbrío, silencioso y tranquilo porque los magnolios han crecido mucho y producen mucha sombra. «Creo que si a este jardín le diese un poco más de sol, sería un lugar excelente para sentarse allí y estar leyendo un rato».

También la muralla le trae recuerdos de su abuelo el arquitecto Cobreros por las obras que mandó construir y que se aprecian desde el adarve.

«Me encanta -dice- sentarme en la muralla a la altura de la Porta Santiago porque desde allí veo las torres de la catedral, una obra que finalizó mi abuelo. Pero además me gusta pasear por nuestro primer monumento porque voy viendo otras obras que dejó mi abuelo como es el caso de O Vello Cárcere o el matadero, hoy reconvertido en museo”

A José Antonio Cobreros le gusta Lugo, pasear por la ciudad o hacer tertulia con sus amigos. Y eso se nota.

---

---

---