Bancos con bonsáis sin cortar un solo árbol

María Guntín
maría guntín ANTAS DE ULLA / LA VOZ

LUGO

Carlos Castro

Estos dos artistas crean obras respetuosas con el medio ambiente y con los materiales que encuentran

10 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En Funsín, a unos cuatro kilómetros de Antas de Ulla y bajo la sombra de unos árboles trabajan Jorge Penoucos y Antonio Ferrín. Jorge es carpintero, artista, de profesión y de vocación. Antonio podría ser perfectamente botánico o biólogo. Es algo que queda claro al escucharle hablar de plantas y de árboles. Ahora, los dos están organizando una exposición de muebles que incluye bancos con bonsáis y que estará situado en las proximidades de O Coto, justo en la frontera de Lugo y A Coruña, poco antes de entrar en Melide. Además y, en un principio, estarán a la venta. Los bancos son de castaño y de roble y requieren un gran tiempo de trabajo.

Jorge se encarga de recolectar madera y, eso sí, nunca de cortarla. Recicla lo que encuentra en el monte y acepta todo aquello que le regalan. «Quero darlles un sentido ás árbores que xa están cortadas, porque eu non cortaría ningunha», explica. A Jorge le gustaría vivir de esto. Es una forma más de arte, de expresión, de pasión. Sin embargo, también se dedica a la carpintería de obra para ganarse la vida. «Ando moito nas obras porque hai que comer de algo». Lo primero que hace cuando le regalan un tronco o lo descubre paseando por el monte es limpiarlo con una hacha. A veces dedica un tiempo a pensar la forma que le quiere dar a la madera que tiene delante. Otras, deja que la inspiración fluya y que las manos trabajen solas. Entonces llega el turno de la motosierra y del hacha para hacer el vaciado.

Selección de los árboles

«Hay que buscar un árbol curioso, cunha forma que diga algo. Non vale calquera», explica Jorge. Como carpintero, trabaja por encargo. Construye escaleras, tejados, pisos e incluso mobiliario de baño. Eso sí, todo lo hace con madera puesto que es un firme defensor de este material. Así lo demuestran las ventanas de su casa y su taller. Una especie de paraíso de la madera con vidriera incluida y dos perros custodiándola.

. El mantenimiento es necesario para ellos puesto que, cada mueble, cuenta con un pequeño paraíso vegetal.

Carlos Castro

Antonio tiene un oasis en el que la vida brota como por arte de magia en O Coto

Antonio tiene su pequeño paraíso en O Coto. Allí están sus bonsáis y un sinfín de plantas y árboles que ha recogido de un buen número de lugares. «Esto comezou na terraza dun piso», cuenta este hombre. Desde entonces, Antonio no se separa de lo que un día fue su jardín con ruedas. Semanas tras semana fue trayendo sus plantas hasta O Coto. Ahora, todas conviven en harmonía y crean un jardín de ensueño en el que es fácil desconectar, dejarse llevar e incluso encontrar inspiración. Aquí también se puede presenciar un circuito con fuente natural incluida. Los Torrentes de Mácara y un trozo de la Costa da Morte, están al alcance de la mano en este jardín. También hay piedras. Algunas llegan desde zonas lejanas y, otras, han sido retiradas con mucho esfuerzo y paciencia del Ulla. «As cousas que collo están feitas pola natureza», sentencia Antonio.

La búsqueda, en la naturaleza

Lo primero que hace Antonio para crear sus pequeñas reliquias es buscar los materiales que necesita en el monte. Y también ficharlos. Entonces, los coloca en hilera, muy juntos, y les busca el sitio exacto en el que quiere colocarlos. Es detallista y el tiempo desaparece para los artistas cuando a estos les apasiona el trabajo que están realizando. Antonio utiliza la tierra mojada como pegamento y todo lo que recoge, lo retira con un poco de raíz para asegurar así su supervivencia. Después, más riego y más mimo.