Emigrantes lucenses lideraron la venta y distribución de carbón en La Habana

MartínF. Vizoso

LUGO

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

28 jul 2019 . Actualizado a las 12:37 h.

En los años 20 del pasado siglo, el 75% de los almaceneros de carbón vegetal de Cuba eran de A Terra Chá, Mondoñedo, Viveiro y Ortegal. Era habitual verlos en las calles y plazas con enormes carretones de ruedas tirados por machos viejos y mulos cadeneros. A bordo, un gallego de voz ronca y ojos lacrimosos por el polvillo accionaba con el pie un timbre para avisar de su llegada. Un niño ayudante despachaba al menudeo a familias pobres que traían cestos y vasijas o cargaba un saco de 20 kilos en la cabeza y lo repartía por pisos y casas. El jefe, en tanto, entregaba fardos de 50 kilos por cuarterías, hospitales y chalés del Vedado y otras zonas residenciales.

Entonces, el carbón era el principal y casi único combustible para cocinar. Se fabricaba en los cayos del norte, en la Ciénaga, en la sierra de Cubitas en Camagüey. El almacenista pagaba sueldos a través de un encargado en el mismo lugar de trabajo. El carbonero ganaba bien pero su áspera y dura vida lo empujaba a la taberna, al juego, a los prostíbulos...

De A Pastoriza y Viveiro

Entre los grandes almacenistas destacaron Sinesio (1892) y Siro Moa (1897), de Viveiro, hijos de Plácido y Valentina. Llegaron a la isla en 1911 y regentaban varios negocios y el Hotel Dos Hermanos en Batabanó, donde se alojaban temporeros del carbón.

Otros relevantes fueron los tres hijos de Manuel Castrillón Corbelle y Manuela Mourelle García, de A Pastoriza: Antonio (1893), Generosa (1897) y José María (1907). Antonio emigró con 15 años y pasó 20 como ayudante de vendedor de carbón en Unión Reyes y como listero en una constructora en La Habana.

A los 40 años se trasladó a Güines para encargarse del depósito de carbón Batabanó Industrial. Se independizó, compró lanchas para transportar hulla de la Playa de Rosario a La Habana y llegó a formar uno de los mayores almacenes de Cuba. Se casó con la nativa Isabel Torres en 1937, tuvo una hija llamada Alicia y fue secretario del Casino Español de Güines, socio del Centro Gallego y de Hijos de A Pastoriza.

Dos carbonerías de su propiedad en Güines y Unión Reyes fueron atendidas por sus hermanos Joseíto y Generosa. Esta ayudaba en el negocio, llevaba la administración y atendía la casa y una pequeña tienda de ropa, bisutería y quincalla. Se ganó el afecto de la gente pues ayudaba a los enfermos, daba comida a niños y ancianos, acogía a necesitados y el Día de Reyes repartía juguetes y regalos entre niños pobres de la villa.

Generosa Castrillón se casó con su paisano José Rivas Mel con quien tuvo un hijo, José Antonio, que marchó a Miami cuando llegó Fidel. Ella murió en 1969, a los 72 años, y en Unión Reyes sus amigas Juana y Gertrudis Oviedo Isasi, que aún viven, recuerdan y se emocionan con el trabajo y la solidaridad de la que hizo gala esa pastoricense que hizo honor a su nombre…

Apolinar Insua, de Abadín, su mujer de 15 años y 17 hijos

Historiadores como Monge Muley, Henry García o J. A. Vidal constatan la alta presencia en la distribución y venta de carbón en Cuba de emigrantes de A Pastoriza, Baleira o Abadín. Eran socios y directivos de entidades como la Unión de Detallistas de Carbón Vegetal, Asociación de Fabricantes, de Almacenistas, de Dependientes de Carbonerías o de la Unión de obreros carboneros del puerto de La Habana.

En A Pastoriza nació en 1887 Avelino González Rivas, hijo de Salvador y Modesta. Llegó a La Habana en 1913, ya casado con Josefa Castro Rancaño. Trabajó en el corte y quema de leña en la Ciénaga hasta el fin de sus días. Del mismo concello era también Pedro Rodríguez Legaspi (1907) que llegó en 1924 y trabajó en la venta de carbón en Bejucal donde fue delegado del Centro Gallego y vicepresidente del Casino Español.

Entre los carboneros de Abadín sobresale Apolinar Insua Vidal (Castromaior 1898), hijo de Andrés Insua y de Josefa Vidal Basanta. En la casa petrucial de su infancia, llegaron a vivir 21 personas (padres, hijos, abuelos, nietos, tíos y sobrinos), según él mismo declaró. Como los recursos eran pocos, fue entregado como criado a una familia que poseía un molino. A los 22 años se casó pero su mujer murió al año siguiente de parto. El recién nacido se crio con los abuelos y, cuando fue adolescente, su padre, Apolinar, marchó a Cuba. Llegó al entorno de la Ciénaga en 1936, trabajó en dos fincas y pudo comprar las denominadas Santa Cecilia y Palma Sola. En ellas trabajó más de 40 años produciendo carbón que vendía junto a otros productos como guano o madera.

Apolinar Insua se casó con la cubana Mercedes Sierra que tenía 15 años. El matrimonio tuvo 17 hijos. Fue colaborador del Movimiento 26 de Julio, de Fidel Castro, y murió en 1995, a los 97 años. Otros carboneros de Abadín fueron José Lozano Fernández, hijo de Jesús Lozano Cabanas y Josefa Fernández Otero, nacido en 1896. Y Narciso Pedreira González (1886), hijo de José Pedreira Rico y de Dominga González Rodríguez.

Salustiano Portela, de Abadín, dueño de la compañía de carbones de matanzas y fundador de un asilo de niños

También nació en Abadín (Graña de Villarente 1888) Salustiano Portela Rodríguez. Sus padres se llamaban Antonio y Dolores. Marchó a Cuba en 1913 a bordo del vapor Reina Mª Cristina y se casó dos veces, la primera, al año de llegar, con la gallega Dolores Gaute y la segunda en 1922 con la también gallega Elena Gueimunde, hija de uno de los socios que tuvo en la isla. Su primer empleo fue como ebanista en Matanzas pero, tras cinco años tallando madera, dejó el oficio y compró un reparto de carbón por cuenta propia. Dos años después formó la sociedad Gueimunde y Portela que funcionó durante seis años, al cabo de los cuales pasó a denominarse en 1926 Portela y Hermano al entrar como socio su hermano José.

Los dos hermanos trabajaron duro y lideraron el negocio de venta al por mayor de carbón mineral y vegetal en Matanzas. En 1947, Salustiano Portela decidió fundar y presidir la Compañía de Carbones Matanzas SA en la que su hermano José y su hijo Armando eran gerentes. El mindoniense tuvo tres hijos con su segunda esposa: Armando, Tenedor de Libros; Dolores, maestra; y Rolando, que estudió Comercio.

Salustiano Portela participó activamente en la vida societaria de la colonia ?fue socio del Centro Gallego- a la par que consolidaba su posición económica. Según Monge Muley, tenía gran sensibilidad social y desempeñó los cargos de vocal de la sección de Beneficencia del Casino Español y de presidente de la Beneficencia Gallega de Matanzas. Esa vocación lo llevó a fundar y ser patrono del Asilo de Niños José María Casal de Matanzas por lo que fue condecorado con el Título de Honor de Mérito de la Cruz Roja de Cuba.

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