Lugo se pliega a romanos y castrexos

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LUGO / LA VOZ

LUGO

El Arde Lucus comenzó con mucha gente, mucha historia y ganas de celebración

14 jun 2019 . Actualizado a las 23:47 h.

El Arde Lucus de la mayoría de edad ya está en pleno apogeo. Suena a los ritmos marciales que imponen las legiones y a las gaitas, panderetas y tamboriles que deleitan a los castrexos. Los dos bandos, hoy en relativa armonía, tienen por delante dos días intensos en los que las togas, las túnicas, las capas, las corazas y las espadas tomarán la ciudad, llena de color y de gente. Mucha gente.

El macellum, el mercado situado en la Praza Maior, es el punto neurálgico de Lucus Augusti. Tras cinco días de trabajo a destajo, la empalizada de la Cohors III luce en todo su esplendor. Ayer, colegios, lucenses y visitantes ya se pasearon intramuros haciendo un viaje en el tiempo. En sus inmediaciones los puestos de artesanía ofrecen al comprador todo lo que pueda imaginar. Desde cosmética artesana o cuero, a hadas de tul y colores chillones. También hay comida, como manda la tradición en Galicia. Ayer y siempre.

El de la Praza Maior es uno de los trece campamentos que los colectivos de recreación histórica tienen repartidos por la ciudad. En cada uno de ellos se reviven historias e historia. Porque, por lo general, sus integrantes están más que dispuestos a compartir sus conocimientos con quien quiera escucharlos.

Gladiadores, vestales, faunos, errantes... Lucus Augusti se ha trasladado al pasado y hoy revivirá su historia. A partir de las 20.30 habrá el tradicional desfile por la Ronda, con sorpresas incluidas. Habrá teatro, circo romano, sacrificios a las diosas y hasta escaramuzas entre unos y otros. Y fiesta, mucha fiesta.

Desde aprender la técnica de la salazón a la cosmética natural de los castrexos

Lucus Augusti es como un enorme parque de atracciones en el que la fiesta y la recreación histórica van de la mano. Ayer, sobre las cinco, un desfile a ritmo marcial en el que participaron la alcaldesa en funciones, Lara Méndez, romanos y castrexos sirvió de pistoletazo de salida para tres días de celebración.

Si uno se acerca al campamento de la Pax Roma, en la Praza da Constitución, puede ver en primera persona cómo muchos siglos atrás se elaboraban los alimentos en salazón para conservarlos. O cómo trabajaban los escribientes. La vida cotidiana, revivida tras el paso de las centurias. La entrada del Senado, a pocos metros, está presidida por un busto de Calígula en un pedestal, y en su interior se suceden las togas, los debates y la fiesta.

La castra, en pleno parque Rosalía de Castro, marcha a un ritmo diferente. Quizás por estar al abrigo de la naturaleza, o quizás porque en el poblado castrexo abundan más las manufacturas y los alimentos que las espadas. Allí se puede ver cómo eran las viviendas antaño, cómo molían el maíz del país o el centeno, además de alimentarse de castañas y nueces. También cómo entrenaban para luchar. Porque la paz siempre era relativa. O cómo la naturaleza proveía a la gente de lo que necesitaban para hacer su cosmética y sus ungüentos.

A un puñado de metros, un hospital militar muestra cómo eran los bisturís de antaño, cómo eran las boticas o incluso qué material servía para hacer trepanaciones. La vida misma. Porque de eso se trata el Arde Lucus. De viajar al pasado, aprender y divertirse.