El Gran Hotel carga en sus cimientos con 37 años de historia y la amenaza de cierre

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

LUGO

PEINÓ

Se inauguró el 15 de julio del año 1979, por iniciativa de un grupo de empresarios de la provincia

16 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Gran Hotel carga sobre sus cimientos con 37 años de historia y con una seria amenaza de cierre si no se confirma la existencia de un comprador. Si no hay ampliaciones de plazo, a finales del verano tendría que dejar de funcionar y despedir a la plantilla. El establecimiento cuatro estrella de Lugo empezó a funcionar el 15 de julio del año 1979, a las nueve de la mañana.

Su puesta en marcha, según recordaba ayer Tomás Notario Vacas, que fue durante los primeros años presidente de Promotora de Alojamientos Lucenses, la sociedad que se encuentra en concurso de acreedores, fue muy laboriosa. Hasta llegar a la inauguración del establecimiento de cuatro estrellas, con 167 habitaciones, discoteca, restaurante, cafetería y salones que permitieron la celebración en sus dependencias de los principales acontecimientos, tuvieron que superar numerosos obstáculos.

el origen

Una iniciativa de tres empresarios. La idea de construir el Gran Hotel en Ramón Ferreiro en unos terrenos del plan parcial del Polígono de Fingoi, calificados edificables de uso hotelero, en los que antes estuvo el cementerio, fue de tres empresarios lucenses. Partió de José Arias Núñez, (Pepe del Palacio del Mueble); Pedro Sánchez Rodríguez (Montaña) y Sabino Conde Doval. Fueron ellos los que solicitaron al Instituto Nacional de Vivienda autorización para pedir que les adjudicaran el solar. Pagaron por él, según recuerda Notario, 17 millones de pesetas. Una vez que lograron el permiso encargaron el proyecto. Promotora de Alojamientos Lucenses se constituyó ante notario el 25 de junio de 1973, con un capital social de 150.000 pesetas. 

 los socios

Veintitrés socios que aportaron 3 millones de pesetas. Con los 69 millones de pesetas que reunieron empezaron los trámites para las obras. El contratista, según recordó Notario, fue Ramón Cortizo Lois. El diseño es obra del arquitecto madrileño Jesús Valverde, que trabajaba con sus dos hijos y que tenía experiencia en la construcción de paradores. La dirección de obra la llevaron los arquitectos técnicos Tomás Notario Vacas y Rafael Serrano. Las certificaciones eran mensuales para poder pagar al contratista. «Hubo que ir haciendo ampliaciones de capital -explicó Notario- pero no fue suficiente». La obra se paralizó con la estructura concluida durante seis meses. Como presidente de Proalsa, Notario llegó a aumentar el capital a 220 millones de pesetas, la acabaron y se abrió el hotel. Inicialmente empezaron a funcionar solo tres plantas. La sociedad concertó la gestión del establecimiento con la cadena HUSA, que presidía en aquel momento Joan Gaspar. 

algunos problemas

Un socio que se volvió atrás y entra Martínez Núñez. Proalsa necesitaba una ampliación de capital y los socios se pusieron de acuerdo para asumirla. A última hora, uno de ellos se volvió atrás. Hubo tensiones entre los accionistas, según rememora Notario, y se planteó la venta del hotel. Estas desavenencias permitieron la entrada en la sociedad del empresario leonés José Martínez Núñez, que poco a poco se hizo con la mayoría del capital. En una escritura del 2 de junio de 1986 figura una adjudicación de 10.000 nuevas acciones con una ampliación de capital, que dio entrada a nuevos socios, entre ellos Jesús Lence Ferreiro. Martínez Núñez y su esposa invirtieron cada uno 49 millones de pesetas. Tomás Notario vacas recordaba ayer que cuando le entregó la presidencia a José Martínez Núñez le dijo: «El hotel necesita, aparte de dinero, corazón». Entre las primeras decisiones del accionista mayoritario fue la de rescindir el contrato con la cadena HUSA. También compró el emblemático San Martín, de Ourense y construyó un nuevo hotel en Santiago, que acaba de adquirir la cadena Hotusa, del empresario chantadino Amancio López Seijas. Una de las primeras medidas del nuevo propietario fue despedir a una parte del personal, que fue el que instó el concurso de acreedores y que se movió para que no cerrara.

la venta

Los Martínez Núñez venden los hoteles. Los compró en septiembre del año 2011 el empresario valenciano Ángel de Cabo, unos meses antes de ingresar en prisión junto con el ex presidente de la patronal española, Díaz Ferrán y después de que hubiera adquirido, entre otras empresas con problemas, Marsans. En aquel momento las empresas del grupo Martínez Núñez ya habían hecho aguas. Unos meses más tarde, uno de los accionistas minoritarios, Jesús Lence, entró en escena solicitando en el Juzgado Mercantil una junta general para pedir explicaciones sobre la situación del hotel, cuya venta había anulado el juez Vázquez Taín, en plena investigación de la operación Caballo de Troya. El propio magistrado volvió a colocar al frente de la sociedad a un miembro de la familia Martínez Núñez, la hija María Isabel. Asumió las riendas del hotel como administradora única el 21 de noviembre del año 2013. La junta de accionistas se celebró finalmente y uno de los acuerdos adoptados fue el de que Proalsa se hacía cargo del Gran Hotel de Santiago, en pago de un préstamo de 3,5 millones que le hizo la sociedad lucense a Aston Madrileña de Inversiones, la propietaria del compostelano y de la que era administrador otro Martínez Parra, José Luis. La administradora desoyó las peticiones de los socios minoritarios de que convocara concurso de acreedores, dado el estado de la sociedad y aguantó varios meses sin pagar las nóminas del personal y de cerrar el spa.

 ahora

En concurso de acreedores. Finalmente el concurso de acreedores lo presentó un grupo de ex trabajadores para tratar de recuperar las cantidades que les adeudaba Proalsa, tanto de salarios como de indemnizaciones. El Juzgado Mercantil declaró a Proalsa en concurso el 1 de abril del 2015, lo que constituyó un cierto alivio para el personal, que empezó a cobrar las nóminas, aunque no las deudas que procedían de atrás, que siguen pendientes. Cuando el administrador concursal tomó las riendas de las sociedad la plantilla, de cerca de un centenar de trabajadores se había quedado reducida a 25, repartidos entre diferentes sociedades. El mismo día que tomó posesión del cargo el Ayuntamiento de Lugo iba a proceder al corte del suministro de agua por acumulación de facturas impagadas. De no haber frenado en su momento esta decisión municipal, el cuatro estrellas tendría que haber cerrado ya hace más de un año y despedido al personal.

Muchos pretendientes, pero ninguna oferta formal

Las visitas al hotel de Ramón Ferreiro de posibles interesados en comprarlo se suceden pero, al menos de momento no ha trascendido que ninguno de los pretendientes haya formulado una oferta formal. En los últimos días se especula con la posibilidad de que el Banco Popular, que suscribió en su día dos préstamos hipotecarios con Proalsa, por un importe que ronda los 7,5 millones haya encontrado un comprador que finalmente satisfaga sus pretensiones. De esta posibilidad nada ha trascendido oficialmente. La entidad fue poniendo obstáculos a todos los posibles compradores del cuatro estrellas, al considerar que la oferta formulada no cubría sus intereses.

Para vender la unidad productiva antes de la fase de subasta el administrador concursal necesita el consentimiento del Banco Popular, que está considerado acreedor privilegiado.

En diciembre pasado la empresa Ciudad de la Alhambra formula una oferta por la unidad productiva de 4,5 millones de euros, que la entidad financiera no aceptó. Tampoco tuvo en cuenta las posteriores. Uno de los interesados en hacerse con la propiedad es Hotusa, que compró el de Santiago y que está también a la espera de hacerse con el de Ourense.

La espada de Damocles pende sobre el personal que no sabe qué ocurrirá a partir del mes de septiembre. Tampoco se descarta que pueda estar afectado por un ERE. Hasta ahora la actividad que estuvo generando el establecimiento fue suficiente para pagar las nóminas y los gastos de funcionamiento. Los trabajadores todavía confían en que aparezca un comprador antes de que el hotel se vea obligado a cerrar sus puertas y salga a subasta, mientras asisten a un desfile de posibles compradores, locales y de fuera de Galicia.