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Los extremeños se llevan el corcho de Negueira

M. Fernández / Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

FORESTAL

MANUEL

Parte de los alcornoques de Entralgo quedaron «desnudos» tras un descorche que pudo ser algo tardío

07 jun 2019 . Actualizado a las 09:22 h.

Extremadura y Portugal se disputan las sobreiras que hay en la provincia de Lugo y que se ciñen a zonas muy específicas, como pueden ser Negueira de Muñiz, algunos puntos de O Courel y otros de la zona sur. Hay competencia por llegar a los alcornocales que todavía tienen ejemplares sin descorchar, una operación que solo se puede llevar a cabo cada diez o doce años, según cuentan algunos especialistas.

Entralgo es un pequeño núcleo de Negueira de Muñiz, con tres o cuatro casas situadas en un lugar de singular belleza. Está en un codo de terreno que se incrusta sobre las aguas del embalse de Salime. La aldea tiene embarcadero para pasar al otro lado y en sus laderas, un sobreiral. Manuel Braña, un veterano vecino del lugar, no sabe decir cuántos ejemplares puede haber pero, desde luego, por encima de los trescientos ejemplares, «repartidos por varios lugares».

Hace años, aparecieron por la aldea unos hombres extremeños dispuestos a desnudar a los árboles y así lo hicieron. Se llevaron el corcho. Volvieron este año. Manuel cree que fue en el mes de febrero. Descorcharon bastantes ejemplares y se llevaron las cortezas. «Paréceme que viñeron un pouco tarde por el porque din que hai que facer a retirada moito antes», asegura el vecino de Entralgo. No le falta razón. Los técnicos dicen que la retirada ha de hacerse en los meses de pleno verano para evitar que no haya humedad. Que no llueva o haya niebla es fundamental, para evitar que el tronco se vea afectado por los hongos u otras enfermedades. En Entralgo, al igual que en toda la cuenca del embalse, la niebla es inquilina fija en algunas temporadas.

MANUEL

Manuel asegura que no pagan mucho, «pero algo é algo, sobre todo porque en Galicia non hai a quen venderllo». En otras zonas de la provincia hubo alguna campaña que en la que no pagaron ni un par de euros por ejemplar descorchado.

MANUEL

«E non teñen medo de que as sobreiras acaben desaparecendo?, preguntamos en Entralgo. «Non oh. Nacen en todos os sitios. En canto deixemos de vivir aquí, todo será un sobreiral. Sáenme polas fincas e teño que andar cortando nelas», cuenta Manuel Braña. Antes de que aparecieran los de fuera para llevarse el corcho se lo quitaba él unos cuantos ejemplares. «Sacábao para as colmeas; estirábao para os trobos e para as tapadeiras, pero tiña que ser de dous centímetros de grosor, como mínimo», recuerda este vecino.

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«Non poden marchar sen ver ao avó que xa morreu pero aínda queda no camiño», advierte. Se refiere a un ejemplar que queda seco mirando al embalse. Sin duda alcanzó un gran porte. Manuel asegura que nadie lo va a cortar para la cocina porque da trabajo. «Quen fende unha leña tan dura?», pregunta.

Dicen los técnicos que el tronco de un alcornoque alcanza de 65 a 70 centímetros de circunferencia a los 40 años. Es en ese momento cuando se descorcha por primera vez. Esa capa solo sirve para triturar porque es de mala calidad. Entre nueve y doce años después es posible sacarle la segunda, que ya es de mejor calidad. La mejor llega en la tercera corta, cuando el árbol tiene 60 años. Los expertos recuerdan que cada ejemplar admite entre 8 y 16 sacas que le reducen su vida de manera espectacular. Sin tocarle, puede llegar a 500 años. Cortándole la corteza, quizás no cumpla los 130.