El jefe de estación de Canabal sigue ordenando la salida de los trenes con silbato y gorra

LUGO

X. C.

Una actividad ferroviaira que ya quedó en el olvido

16 mar 2019 . Actualizado a las 12:40 h.

Canaval no es Japón, pero en términos ferroviarios tiene su aquel. En el país nipón, uno de los grandes en el mundo de los trenes, veneran literalmente a los convoyes. Cuando un «Shinkansen» (tren de alta velocidad) entra en una estación, los empleados de la compañía que le aguardan le hacen una profunda reverencia. Los maquinistas van trajeados y manejan los mandos con guantes blancos impolutos. Los «pica» entran también con grandes honores, dirigidos a los viajeros ,en cada uno de los compartimentos. Aquí, en el tren de Lugo a Monforte, va el maquinista solo y gracias. Los restantes comportamientos de los ferroviarios japoneses darían mucho que hablar si se llegaran a poner en práctica en España.

Canaval, sin embargo, es sitio diferente. El pasado miércoles por la tarde algunos de los pocos viajeros del convoy Lugo-Ourense pudieron quedarse con una imagen ya perdida en muchas terminales. El jefe de estación esperó la llegada del convoy con la clásica gorra, el silbato de metal limpio como una patena y con el banderín de tela roja.

En la estación soberina paran algunos trenes, entre ellos algunos que proceden de Lugo y el regional exprés que va y viene de León a Vigo. El de la tarde del pasado miércoles no movió la estadística de la destacada terminal que se encuentra cerrada. El jefe tiene una mini estación metálica desde la cual dirige las operaciones.

El empleado, después de haber dialogado con el maquinista, miró el reloj y cuando comprobó que era la hora, le dio la salida con todos los honores que merece un tren. Hizo sonar el «chifro», levantó el banderín rojo y dejó que marchara lentamente hacia el Sil el poco agraciado modelo de la empresa española CAF creó a principios de los años noventa del siglo pasado.

Quedan muy pocos jefes de estación como el de Canaval, entre otras razones porque las fueron cerrando. En la línea de Lugo solo sobreviven la de la capital, la de Sarria y la de Monforte.

En la línea de A Mariña, algunos amantes del tren, aún pudieron comprobar como, no hace mucho, uno de los jefes de la estación de Viveiro salía perfectamente trajeado y con gorra para cumplir con el rito de dar la salida del convoy. Los maquinistas de ahora se van cuando tienen marcada la hora de salida y ya no quedan viajeros en el andén.