Burato do Lobo, otra mina de oro romana oculta en Ribas de Sil

Francisco Albo
fRANCISCO ALBO QUIROGA / LA VOZ

LUGO

En esta ortofotografía se indica la situación de la mina del Burato do Lobo —señalada con el número 3— y de otras dos antiguas explotaciones ubicadas en su entorno inmediato
En esta ortofotografía se indica la situación de la mina del Burato do Lobo —señalada con el número 3— y de otras dos antiguas explotaciones ubicadas en su entorno inmediato CARLOS RUEDA

Descubren un antiguo conjunto de explotaciones que estaba sin catalogar en las cercanías de la aldea de Figueiredo

12 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A la espera de que la Unesco decida acerca del reconocimiento del proyectado geoparque Montañas do Courel, el patrimonio minero de la comarca de Quiroga sigue creciendo con la aparición nuevos elementos que hasta ahora estuvieron olvidados. Una explotación aurífera a cielo abierto de la época romana que estaba sin catalogar fue localizada recientemente por Carlos Rueda, colaborador de La Voz, en un paraje del municipio de Ribas de Sil situado cerca de la aldea de Figueiredo, en la parroquia de San Cristovo de Piñeira. Consiste en tres grandes socavones abiertos en una ladera. El mayor de ellos es conocido tradicionalmente por los vecinos como Burato do Lobo.

Según explica Rueda, el descubrimiento se hizo al examinar una serie de fotografías aéreas y mapas del sistema de información geográfico de la Xunta. En estas imágenes pudo distinguir tres huecos de gran tamaño en una ladera situada en la margen izquierda del arroyo de Cerengo, afluente del Sil. El arqueólogo Iván Álvarez Merayo, consultado por Rueda, señaló que esos huecos podían ser antiguas explotaciones mineras.

Más tarde, Rueda visitó el lugar acompañado por Manuel Cao, un profesor jubilado residente en Ribas de Sil que en tiempos recientes localizó cerca de la aldea de Peites otra mina romana cuyas grandes dimensiones habían pasado desapercibidas, aunque su existencia ya era conocida. Para acceder al lugar siguieron un antiguo camino conocido como Corral dos Bois -ahora convertido en cortafuegos-, que hasta hace algunas décadas era utilizado por los vecinos de Figueiredo para llevar cabras y ovejas a pastar al monte.

Desde este camino, que pasa por encima de la explotación minera, Rueda y Cao consiguieron llegar a la parte alta del socavón conocido como Burato do Lobo. «O acceso é complicado porque é unha zona moi empinada e abrupta e o terreo está cuberto de pedras soltas», explica Rueda. En este lugar pudieron observar que las paredes rocosas fueron cortadas artificialmente, a golpe de pico, y que los minerales predominantes en ese punto son la cuarcita y la pizarra, como en otras explotaciones mineras romanas situadas en el entorno del Sil.

Cerca de doscientos metros

Aunque no pudieron recorrer el socavón principal -que está cubierto en gran parte de árboles y arbustos-, Rueda y Cao calculan que puede tener unos doscientos metros de longitud y unos cien metros de envergadura en su parte más ancha. En la zona superior de la excavación, las paredes de roca tienen unos treinta metros de altura, que se pueden reducir a unos diez o doce en las áreas más bajas. Las otras dos explotaciones situadas en las cercanías del Burato do Lobo -de un tamaño algo menor- todavía no han podido ser examinadas de cerca.

Un nuevo recurso para el futuro geoparque Montañas do Courel

El hallazgo del conjunto de explotaciones mineras del Burato do Lobo ya fue comunicado al Ayuntamiento de Ribas de Sil, que lo incluirá en la lista de lugares susceptibles de integrarse en el futuro geoparque Montañas do Courel. Por ahora, sin embargo, no se ha determinado cómo acondicionar este paraje para las visitas turísticas, lo que puede resultar más complicado que en otras minas romanas de la comarca.

Según apunta Carlos Rueda, llegar hasta la altura del Burato do Lobo por el cortafuegos del Corral do Boi no es demasiado dificultoso aunque el camino es considerablemente empinado. «Pero intentar adentrarse no socavón tal como está actualmente pode ser perigoso porque hai cascallo solto por todas partes e a visibilidade é moi mala a causa da vexetación», explica.

Otra vía de acceso

Rueda señala asimismo que quizá se pueda acceder a la mina del Burato do Lobo y las otras dos explotaciones a través de un viejo camino que discurre por debajo de estos socavones y que incluso los atraviesa en algún punto. Pero para comprobarlo -añade- es preciso explorar mejor el terreno, que en la actualidad está muy invadido por la maleza. Las laderas que rodean el cauce del arroyo de Cerengo son conocidas popularmente como Val Escuro, lo que indica las condiciones de aislamiento y de difícil accesibilidad de este territorio.

En cualquier caso, las iniciativas que pueda tomar el Ayuntamiento de Ribas de Sil con estas antiguas explotaciones -y con la mina localizada por Manuel Cao cerca de Peites- quedarán para más adelante, ya que en la actualidad los esfuerzos están concentrados en otros proyectos relacionados con el geoparque, como la creación de un cámping y de un museo dedicado a la minería romana.