¿Derribamos O Garañón?

Luis Latorre

LUGO

18 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuestionar a estas alturas si se quiere derribar el Garañón es algo con una respuesta tan obvia que incluso sobra la pregunta. Claro que se quiere. Añadir que se convertirá la parcela en una zona verde también despierta simpatías, como es evidente. El problema no está en el “qué” sino en el “cómo”. Cambiar la calificación urbanística de un terreno no es ninguna broma, y convertir lo privado en público acarrea consecuencias económicas. Habrá que ver de cuánto hablamos, de si se puede o no pagar… y de si conviene.

Lugo no es precisamente una ciudad que tenga cubiertas sus necesidades más básicas. Aún así seguimos gastando millonadas en obras absurdas como museos soterrados a los que nadie va o proyectando gigantescas estaciones para recibir unos trenes que, por otra parte, no llegan. En ese escenario a la pregunta “¿derribamos el Garañón?” hay que contestar de la forma más gallega posible: “depende”. Si nos va a hundir la economía local, pues no.

El plan presentado por la alcaldesa tiene la bondad de objetivos de un programa electoral pero, al igual que éstos, adolece de una inasumible falta de concreción en los medios. ¿Se ha negociado con el promotor del Garañón antes de proponer este paso para que retire la demanda que, cual espada de Damocles, pesa sobre las cuentas municipales? ¿Garantiza el camino diseñado que se resuelva el problema? ¿No sería más lógico hacerse con la parcela en litigio y luego cambiar su uso para que no haya problemas con la propiedad?

Por otro lado todo esto parece dar por sentado que el promotor ganará su demanda, sin contar con que quizá podríamos evitar soltar esos millones. Tal vez las sentencias judiciales que anularon diversos pasos, entre ellos la licencia concedida al amparo de un convenio firmado un festivo y con el ayuntamiento cerrado, ayuden a que podamos librarnos de comprometer los presupuestos municipales de, al menos, las próximas dos décadas.

Lo que está claro es que la medida, anunciada a pocos meses de las elecciones municipales tras tres años de “dolce far niente” viene cargada de buenas intenciones pero coja de datos vitales como el coste de la operación o su viabilidad. Estoy convencido de que la Alcaldesa, Lara Méndez, desea como el que más que las torres caigan, así que habrá que ver si lo consigue. Si lo hace quizá pueda llegar a Mayo en buena posición.