Ni una flor para los muertos del cementerio más pequeño de Lugo

LUGO

ALBERTO LÓPEZ

El camposanto de Soutomerille, en el que reposan 12 personas, no tuvo agobios, ni atascos por falta de visitas

02 nov 2018 . Actualizado a las 21:28 h.

Las doce personas que se cree están enterradas en el camposanto de Soutomerille (Castroverde) reposan en medio de la paz más absoluta. En el cementerio más pequeño de la provincia y, quizás, también de Galicia, no hubo el Día de Todos los Santos ni visitas multitudinarias, ni agobios de ningún tipo, ni atascos. Ni tan siquiera las floristerías hicieron negocio. No hubo ni una sola flor en las sepulturas de los tres espectaculares panteones de cantería que forman el pequeño y recogido recinto que está a pie del Camiño de Santiago, en medio de una gran carballeira. Es posible que el olvidado cementerio no tuviese ni una sola visita durante todo el día de ayer Las roderas marcadas en los caminos de acceso, a los que no llegó el asfalto, ni llegará próximamente por fortuna para el entorno quizás fuesen del coche de algún cazador o alguien que fue en búsqueda de setas o de castañas, o las dos cosas al mismo tiempo. El Día de Difuntos, sí; algún vivo se acercó a la pequeña necrópolis y dejó algunas flores, según dijeron vecinos de la zona.

El absoluto silencio manda en Soutomerille. No hay casas cerca  y la única construcción que se conserva a duras penas en las proximidades es la vieja iglesia, de gran valor histórico, pero destrozada. Quizás los ladrones, que ya se llevaron la campana hace unos años, acaben arrancando ciertos elementos arquitectónicos del templo, que debería ser recuperado de inmediato lo mismo que el minicamposanto.

La paz que tienen las doce personas enterradas en el lugar solo puede verse alterada si algún vendaval empuja algún carballo para caer encima de un panteón y destrozarlo o cualquiera noche que un jabalí dé una fozada y se lleve por delante la puerta de feo aluminio plateado que hace años fue colocada en el acceso al recinto.

Flores chinas

Las penúltimas flores que llegaron a las sepulturas, procedentes quizás de algún comercio chino, son de plástico. Están totalmente descoloridas. No hay trazas de que en el recinto hubiese ni crisantemos, ni claveles, ni rosas... Lo único natural es la hoja de los carballos que cubre la lápida del enterramiento en tierra de Emilia López González, que falleció a los 22 años en el mes de febrero de 1939, en A Coruña, y el de su hermano Donato, que dejó de existir al mes siguiente, también del mismo año, en Vinaroz (Castellón).

El último vecino que apareció para reposar para siempre en el silencio de este minúsculo camposanto, fue Carmen Varela Varela. Llegó el 14 de abril de 1988, día en el que se conmemoraban los 52 años de la llegada de la Segunda República a España. La mujer nacido en mayo de 1893, según recoge la placa de mármol que se conserva impoluta.

Desde que en los meses de julio y noviembre de 1960 llegaron Carmen López González, de 56 años, y Filomena López Torres, de 79, no se incorporaron más vecinos a los nichos hasta 1988. Otra mujer, María González Vila, con 74 años, pudo ser de las primeras en ser enterrada en el lugar, en agosto de 1941.

Soutomerille, a nueve kilómetros de Lugo y a 12 de Castroverde, que en el pasado llegó a tener siete casas para los peregrinos, es el pueblo del olvido. No bastaron los esfuerzos de los miembros de Amigos do Patrimonio de Castroverde, para conseguir salvar la iglesia prerrománica, cuya propiedad, dicen en la zona, no está muy clara. Lo que sí está claro, y mucho, es que las pudientes casas del lugar se quedaron sin habitantes.