La «fecundidad de lo inesperado» en el laboratorio de la política gallega

LUGO

10 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Proudhon, pensador injustamente olvidado, avisó de que «la fecundidad de lo inesperado excede con mucho la prudencia del hombre de Estado». No es improbable que la afirmación de Proudhom, considerado uno de los padres del anarquismo, sea compartida plenamente por el conservador Rajoy, ahora ex de casi todo. Es una lección que no acaban de entender algunos, pese a las aún recientes experiencias de Orozco, Besteiro y otros. Lugo, con frecuencia laboratorio político gallego, puede ser el escaparate de lo que ocurra en Galicia a corto plazo si Feijoo decide jugar en la liga nacional.

En Lugo, la izquierda múltiple, incapaz de ponerse de acuerdo para gobernar, sí lo estuvo/está/estará para cerrar el paso a un gobierno del PP, que, privado de un liderazgo que merezca tal nombre, va camino de mantenerse muy alejado de la mayoría absoluta. Si el PP se queda en Galicia sin el liderazgo de Feijoo se encontrará, salvando las distancias, en una situación similar a la del PP lucense. En las próximas elecciones locales las candidaturas del PSdeG brillarán con la luz reflejada del Gobierno de Pedro Sánchez. Por mal que lo haga el equipo de Sánchez, poco tiempo tendrá hasta mayo del próximo año para meter la pata gravemente. Y ya se sabe que quien gana las elecciones locales tiene mucho camino andado para las siguientes. En el PPdeG lo saben y observan con preocupación los pasos de Feijoo. El partido en la provincia de Lugo quedará muy tocado si no consigue en 2019 la presidencia de la Diputación y sigue fuera de la alcaldía de la capital; si después pierde la Xunta, el PP será en Galicia un partido tambaleante. La ausencia de poder sumada a los desastres sufridos por los casos de corrupción pondría al partido al borde de la inexistencia.

En Lugo ya se vio cómo un gobierno minoritario (8 concejales de 25) puede completar el mandato. Lo está haciendo pese a una gestión que merece todo tipo de calificativos y ninguno especialmente elogioso. Y es así gracias a la otra izquierda, que deja hacer al PSOE mientras enreda con críticas como pellizcos de monja. ¿Por qué? Porque la izquierda sobrevive en lo confuso, avanza gracias a «la fecundidad de lo inesperado» y sabe por Engels que la revolución no depende de los partidos.