Ciudadanos: cómo repetir los errores del PP en su relación con la calle

enrique g. souto lugo

LUGO

29 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mordaz, Adenauer, el gran canciller alemán, dejó dicho que «en política lo importante no es tener razón sino que se la den a uno». A Ciudadanos, en Lugo le cuesta entender, según se va viendo, que las cosas son así, que lo relevante es que los votantes le den la razón el día de la cita con las urnas. Y mal podrá ocurrir eso en la capital y en el resto de la provincia si antes no dispone de una estructura de partido que le permita llevar un mensaje claro y diferenciado a todos los rincones. Si en la capital Ciudadanos no pasa de ser, a ojos del lucense medio, sus dos concejales, qué idea puede tener de este partido un residente en uno de esos municipios en los que, por ahora, los de Rivera ni están ni se les espera.

Ciudadanos en Lugo se beneficia de la ola en la que está subido en el ámbito nacional. Pero las elecciones locales son unas elecciones muy especiales. Se ganan en la calle, metro a metro y, casi, votante a votante. Y Olga Louzao trabaja poco la calle (¡ojo!, no se entienda que trabaja poco, que no es así). Tiene la ventaja de que tampoco el PP ha conseguido aprender en la capital cómo se hace eso; perdió el hábito a medida que se fue quedando sin los López Rábade, Pena Souto, Jorge Chao, Pilar Iglesias Osorio y muchos otros que supieron ganarse día a día la simpatía de tantos lucenses. Trabajar la calle no es colocar un taburete en medio del paseo peatonal para largar una milonga electoral en plena campaña, rodeado únicamente por aquellos que cobran del partido y un puñadito de convencidos avisados de antemano. No es eso, no. La gran máquina electoral que es el PP en Lugo no ha podido superar ese déficit de trabajo en la calle desde 1999. Y Ciudadanos, que en Lugo no pasa de ser un escúter de la política, tiene muchos kilómetros por recorrer para lograr un resultado electoral que lo consolide en la política provincial.

Algo va aprendiendo Ciudadanos en la capital, o así parece. Ya sabe que, como escribió Adenauer, «el arte de la política consiste precisamente en saber cuándo es necesario golpear a un adversario ligeramente por debajo del cinturón». Algún amago ha hecho ya. Pero con poca convicción, con inseguridad. Así será difícil que el votante le dé la razón. Y menos si no sale a la calle.