Diputación: crisis que revela su difícil sostenibilidad en el sistema político

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto PULSO LUCENSE

LUGO

20 abr 2018 . Actualizado a las 13:31 h.

«Nuestro tiempo ya no es el de la posmodernidad sino el de la insostenibilidad». Seguramente la afirmación de Marina Garcés no surge de una reflexión sobre la política lucense, pero sí forma parte de su análisis de la reacción antiilustrada que domina el presente y encaja a la perfección en el paisaje del palacio de la Diputación. Solo desde la percepción de que «nuestro tiempo es el tiempo del todo se acaba» cabe interpretar los acontecimientos en la política lucense.

Solo desde el miedo a que todo se acabe, a que finalice una etapa de poder que tan bien ha resultado para algunos, puede entenderse el nuevo despropósito en la Diputación. Ocurrió una vez y no fue suficiente; acaba de ocurrir de nuevo para pasmo de administrados. El gobierno en minoría se vuelve aún más minoritario con la expulsión de Manuel Martínez, tras un rifirrafe de origen incomprensible para la inmensa mayoría de los contribuyentes. La posverdad se impone en la política lucense; es el triunfo del cinismo sin medida imprescindible para hacer ver lo que más conviene. En la Diputación se da en esencia, en el frasco del palacio de San Marcos, pero no es más que una muestra de lo que ocurre provincia adelante sin mayor distinción de siglas.

González transformó al PSOE en un partido de triunfos electorales y prestigio internacional. El precio fue convertir al PSOE en un máquina electoral a costa de renunciar a su esencia. Solo era cuestión de tiempo que acabase reducido a partido sin sustancia ideológica ni líderes que merezcan tal nombre. Después de Guerra, intelectual solvente, solo cháchara vacua y colorín político se aprecia tras el discurso socialista. También en Lugo, claro. Haga la prueba, lector: estudie con atención los mensajes de los más notables representantes actuales del PSOE en la provincia y saque conclusiones. Por si, visto lo visto, decide que es un problema de un partido concreto, le recomiendo que haga lo mismo con los otros: desmenuce los mensajes de sus hombres y mujeres más notables, desde la izquierda a la derecha. Comprenderá que lo de la Diputación es solo un síntoma, el sarpullido que denuncia el mal que corroe el sistema (no solo en Lugo, claro) hasta hacerlo insostenible: la antiilustración.