Las instalaciones del hospital, inaugurado en 1959 para atender a pacientes de tuberculosis, se encuentran, en general, en buen estado, pero apuntan a algunas mejoras. Por ejemplo, proponen una inversión en la antigua cafetería, que se usa para zona de ocio, para hacerla más confortable. También, consideran que todas las habitaciones deberían tener duchas de pie, teniendo en cuenta la limitación de autonomía de algunos ingresados, especialmente los mayores, para evitar caídas y accidentes.
Sobre la comida, el centro carece de cocina propia, trasladándose los menús desde el HULA a través de unos carros térmicos. «Os menús teñen unha boa presenza aínda que as racións que se serven poden resultar escasas para dodentes que pola súa patoloxía deambulan e fan actividades física sen permanecer encamados». Incluso, apuntan los psiquiatras, que al no poder elegir menú «existe o risco da repetición e con iso o aburrimento da dieta». Sobre el exterior del recinto, creen que la zona ajardinada «podería ser mellorable», aunque defienden la polémica tala de árboles que se hizo el pasado año por motivos de seguridad. «O plan de reforestación precisa do seu tempo».
Y sobre el personal (tiene 74 trabajadores) apuntan que como ocurre en Galicia no se cumplen las recomendaciones profesionales de España y Europa y hay menos que en otras comunidades.