Fin a 27 años al frente del mesón Xoven de Sarria

Tania Taboada LUGO / LA VOZ

LUGO

ALBERTO LÓPEZ

El matrimonio se jubila, pero el local ya fue alquilado y tiene nuevos propietarios

07 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo empieza y todo acaba. Es el dicho que resume perfectamente la historia laboral de Xosé Pumareda, Pepe, y Veneranda Álvarez, las dos caras del mesón Xoven, en Sarria, que decidieron pasar a un segundo plano dada su jubilación. Aun así, el negocio no echa la llave, ya que fue alquilado a unos vecinos de la villa que decidieron coger las riendas. «Por unha parte dános pena, pero por outra, non. Pena porque lle temos cariño, pero ledicia porque nos foi moi ben», explica el matrimonio.

El pasado 29 de diciembre fue el último día de trabajo para el matrimonio, al que anteayer homenajearon con una cena de despedida en el hotel Alfonso IX. Manolo Camino, un amigo cercano de la pareja, y Noelia Regueiro, empleada en el mesón, fueron los encargados de organizar este evento, que reunió a cerca de 50 personas.

La iniciativa

Según cuenta Pepe, la idea de emprender en el mundo de la hostelería surgió por problemas de salud. «Traballaba cunha pala, empecei a resentirme da columna e non podía seguir nese traballo», explica este hostelero, de 68 años. Fue en septiembre de 1991 cuando montó junto a su mujer, con ahora 62 años, este local hostelero en la calle Curros Enríquez, número 2, de Sarria, y resultó ser un éxito. Lo bautizaron con las primeras letras de sus nombres, y su especialidad era el vino del país con una buena tapa que con tanto cariño preparaba Veneranda. «Ela era a xefa. Eu estaba na barra e andaba por alí, pero quen manexaba o cotarro era ela. Servíamos cafés, bebidas e tapas, e a pesar de ter unha ampla variedade de viños, o do país era o típico», relata Pepe, quien también subraya que las partidas de tute entre amigos eran frecuentes en el establecimiento.

El matrimonio, ambos naturales de dos aldeas diferentes de Samos, se trasladó a Sarria, donde abrió su establecimiento para ganarse el pan de cada día. El mesón abría sus puertas a las siete de la mañana y cerraba sobre las dos de la madrugada. Lo trabajaron solos hasta hace cuatro años, cuando contrataron una camarera a media jornada. Un año después de realizar este primer contrato, su hija también acudía al mesón en horario de mañana para trabajar.

A pesar de que el local era frecuentado por muchos peregrinos, los clientes se hicieron fijos. Llegaban atraídos por el buen vino del país que servían, las exquisitas tapas de Veneranda y la amabilidad del matrimonio. Todas estas características han hecho posible estos 27 años de historia del mesón Xoven de Sarria.