«Cuca», la reina del tanatorio de Lugo que recorrió unos 15 kilómetros detrás del Seprona

Tania Taboada LUGO / LA VOZ

LUGO

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Una perra que deambulaba por las carreteras de Silleda fue trasladada por un guardia a la ciudad

21 nov 2017 . Actualizado a las 22:15 h.

Se llama Cuca y desde hace más de diez años es la auténtica reina de Velatorios Lucenses, un tanatorio que se encuentra a unos seis kilómetros del centro de la ciudad de la muralla.

Esta perra - según sus actuales dueños, de raza palleiro- deambulaba por el año 2006 por las carreteras de Silleda. Un día se encontró en ese trayecto con una patrulla de la Guardia Civil del Seprona. Los agentes estaban de servicio y circulaban por un vial de dicha localidad. Uno de los guardias era de Lugo, pero estaba destinado en Lalín. Ambos vieron cómo el animal estuvo a punto de ser atropellado por un vehículo, pero afortunadamente logró salvarse y escapar. Los agentes pararon, lo observaron a lo lejos y uno de ellos dijo: «si la perra nos sigue hasta base, la llevo para Lugo». Dicho y hecho. Cuca siguió al coche patrulla hasta el cuartel de Lalín, recorriendo unos 15 kilómetros.

El guardia lucense telefoneó a su hermano, un apasionado de los animales, para contarle lo sucedido. Este le dijo que la llevase para casa. El agente, a pesar de que la perra estaba plagada de garrapatas, la cogió y la subió al maletero de su coche para transportarla a la capital lucense. Dado que el padre de ambos presta servicio en Velatorios Lucenses, decidió fijarle residencia en estas instalaciones, donde tiene ya su caseta y sus utensilios para comer y beber.

Pánico a la tormenta

Tan pronto llegó a la provincia lucense, la perra fue bautizada como Cuca y desparasitada. Tuvo una camada de tres cachorros pero después fue castrada. Sus propietarios no se han quedado con ningún cachorro.

Cuca estuvo unos quince días en el hospital veterinario de Lugo para ser castrada. Todos los alumnos la adoraban y querían quedarse con ella. En el tanatorio, más de lo mismo. Todo el mundo la mima. El personal de la cafetería del tanatorio le sirve tapas y en alguna ocasión también le endulza el día con algún cruasán o un trozo de dulce. Y es que la perra se deja querer y es por eso que se convirtió en la mascota del tanatorio. Sus gestos más tiernos y respetuosos se ven cuando acompaña a los familiares de los difuntos a encargar flores y los espera en la puerta mientras ellos hacen las gestiones.

Pero si a algo le tiene pánico Cuca, es a la tormenta y a los fuegos artificiales. Debido a este fenómeno meteorológico se ha escapado y en dos ocasiones se ha perdido. Una vez apareció en San Vicente do Burgo, una parroquia cercana a Lugo capital, y otra en el concello coruñés de Melide.

Los niños tampoco son santo de su devoción. A pesar de que no suele hacerles nada, no le gustan demasiado. No es frecuente que los más pequeños asistan a estos lugares, pero a veces acuden con sus progenitores y uno de los trabajadores ya le informa a sus padres que tengan cuidado con los niños. No es que les vaya a atacar, simplemente por prudencia y precaución, explican.

Adora a los caballos

El día a día de esta perra es muy tranquilo. Pasea por el aparcamiento de las instalaciones, se sienta a tomar el sol y en numerosas ocasiones acude a ver los caballos que se encuentran en las inmediaciones del tanatorio y que también pertenecen al mismo dueño.

«Non deixa a un cabalo nin a sol nin a sombra. Onde estea un cabalo está ela», indica uno de los trabajadores del tanatorio.