Aceptación matizada en A Milagrosa de la propuesta de ruta peatonal hasta la Ronda

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

Defendida por el grupo Lugonovo al hilo de sugerencias desde distintos ámbitos

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La posibilidad de establecer una ruta peatonal desde la plaza de A Milagrosa hasta la Ronda da Muralla expuesta por el portavoz de Lugonovo genera opiniones de todo tipo, pero, en general, parece una iniciativa que no provoca grave controversia, si bien sí merece algunos matices. El temor a las molestias que puedan sufrir los residentes para acceder a sus garajes o los inconvenientes que pueda ocasionar a los titulares de algunos establecimientos son, junto con la supresión de plazas de aparcamiento, los inconvenientes que más se ponen de relieve.

La ruta propuesta es la siguiente: calle Milagrosa, Pintor Villamil y por Camiño Real (que no se plantea como peatonal, pero sí con tráfico calmado) al callejón Freixo, para seguir por Pontevedra y Xesta. A mediodía de ayer, en la plaza de A Milagrosa se respiraba placidez. En la calle de igual nombre, el número de vehículos que circulaban era muy bajo. En la peluquería, Ramiro (que es también el nombre del establecimiento) no tiene inconveniente en exponer su opinión al respecto. «¿Peatonalizar? Eu contrario ao tema non son. A peatonalización daríalle outro aire á rúa. Pero igual hai a quen non lle parece ben». En la misma calle tiene su estudio el fotógrafo Alfredo Bongianni. La peatonalización le parece bien, es más, cree que las ciudades tienen que tender a eso, a tener amplias zonas peatonales. Matiza que una medida como la propuesta exigiría resolver problemas de acceso para carga y descarga, a los garajes de los edificios y algunas otras cuestiones. Admite que, quizá, al principio habrá alguna queja.

En la callejón Freixo hay coches aparcados donde no deberían estar. Al primer ciudadano que aparece por allí cuando pasa el periodista, no está claro si le preocupa o no, si le interesa o no, la propuesta para una ruta peatonal; su único interés se centra en que no multen uno de los coches allí estacionados.

Por el contrario, a un veterano del barrio, aunque no tanto como el destartalado edificio que tiene detrás en la calle Villamil, la cosa de la peatonalización parece interesarle y no interesarle al mismo tiempo. Le interesa ante la posibilidad de que haya obras; pero por lo de los coches, parece darle lo mismo. Acaba con un «por min que fagan o que queiran». El vecino dice llamarse Manolo, solo Manolo, y se va.

En la calle Pontevedra apenas pasan coches a esa hora (antes de las 12.30 horas), aunque están ocupadas todas las plazas de estacionamiento. Los peatones son escasos. Y, por último, en la Rúa da Xesta, que en la entrada tiene una señal de zona peatonal, hay coches aparcados. Pasa un peatón joven sorteando una furgoneta de reparto. El periodista hace amago de preguntarle por la propuesta de ruta peatonal; sin pararse, dice que está «cheo de andar». Una mujer entrada en años recoge la pregunta al vuelo y dice: «A min gústame a idea». Pero nada de dar el nombre, dice risueña.