Ingemarga, ¿un polvorín a punto de estallar?

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO/LA VOZ

LUGO

alberto lópez

La plantilla lleva dos meses sin cobrar la nómina y acumula deudas de atrás de una media de 6.000 euros persona

13 feb 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

Los 114 trabajadores de Ingemarga -la fábrica de Parga llegó a superar los 340 en plantilla- llevan dos meses sin poder llevar ningún dinero a sus casas. La empresa les adeuda en estos momentos una media de entre 5.000 y 6.000 euros, entre salarios y pagas extraordinarias. Hoy, si se confirma que no hubo ningún ingreso por parte de los administradores concursales, nombrados por el Juzgado Mercantil, que admitió a trámite el concurso de acreedores, el comité de empresa planteará en asamblea el inicio de una huelga indefinida. El paro podría paralizar una planta de la que salen actualmente a a diario 240 toneladas de granito. Esta es una cantidad mínima, si se compara con lo que llegó a mover estar industria, que abrió sus puertas en el año 1983, de la mano de un grupo de empresarios vascos, encabezado por Lucas Arazamendi. Figuraba en los primeros puestos del ránking de las principales empresas de la provincia, por facturación y por número de empleados.

El concurso de acreedores, uno de los más voluminosos de la provincia, con un pasivo de 50 millones de euros, arrastró no solo a los trabajadores, que, según el presidente del comité de empresa, Carlos Mazorra, de UGT, no se lo esperaban, sino también a transportistas autónomos y proveedores, hasta un total de 300 personas y empresas. Son aproximadamente las que figuran en la relación que manejan los administradores concursales. Entre ellos están también los comuneros de Parga, a los que adeudan una importante cantidad.

Entre los transportistas hay seis transportistas que trabajan en exclusiva para Ingemarga que acumulan más de 100.000 euros sin cobrar.

«Temos hipotecas e débedas»

La asamblea está prevista para el mediodía. El comité de empresa es consciente de la propuesta que planteará a los trabajadores hoy, según reconocieron tanto Mazorra, como José Antonio Ferreiro, de la CIG, y de las consecuencias que podría llevar aparejada una decisión de este tipo. La justifican en la ausencia de ingresos desde hace dos meses. «No 90% dos casos -señaló el primero- somos mileuristas, cun salario medio de 1.090 euros, que en moitos casos non chega a esa cantidade. Moitas situacións persoais empezan a ser críticas». «Por moito que digan -añadió- non todos temos cochos e hortos para ir tirando, temos hipotecas, débedas e estamos tirando das familias».

Los sindicalistas aseguran que la edad media de la plantilla ronda los 46 años, por lo que quienes no tienen hijos pequeños, los enviaron a la universidad, y en buena parte de las familias no trabajan las mujeres, «porque non hai onde», señaló.

Con medicación

«Hai compañeiros que xa están tomando medicación para os nervios porque a presión que temos non é pouca». Los dos representantes de los trabajadores, a los que se les unió Jesús Porto, también delegado sindical, que trabaja en la fábrica prácticamente desde que empezó a funcionar, son conscientes del riesgo que supone trabajar en estas condiciones. En este contexto recuerdan que en los últimos 20 años fallecieron cinco compañeros, el último en el pasado mes de agosto. «No mes de outubro outro perdeu tres dedos», añadieron.

«Se a eles lles medra a bola -señalaron en referencia a la empresa que el principal problemas de Ingemarga es la falta de liquidez- a nós tamén, e xa estamos escatimando en rodas, seguros e no vestido e na comida porque non da para ter aforros e quen diga o contrario non conta verdade». «Débennos entre 5.000 e 6.000 euros a cada un, e son cartos». «Nas Navidades -abundaron- xa non puidemos facer os mesmos gastos que antes».

Los tres miembros del comité admiten que si están trabajando y se está vendiendo la producción, debería haber unos ingresos. De todo el grupo Ingemarga hay otras dos empresas en concurso que el personal tampoco cobra y alguna más que no entró en concurso.

Desánimo generalizado

El desánimo es generalizado, sobre todo después de comprobar que los socios no quisieron ir a una ampliación de capital, que hubiera salvado la situación. «¿Que pretenden? ¿Facernos ver que a empresa non é rendible, despois dos cartos que levan ganados

Los retrasos en los pagos, según señalaron, empezaron hace unos cinco años, sin embargo, en ningún momento pensaron en que la compañía iría a concurso. «Eles -la empresa- nin nos informaron. Soubémolo por fora».

De lo que nunca estuvieron satisfechos los trabajadores de Ingemarga fue de cómo planteó las relaciones laborales. «Tiñamos, e aínda temos, “latigueiros”». La compañía no se caracterizó por una relación cordial con su plantilla y mucho menos con los representantes de los trabajadores. En el año 2009 hubo un conflicto, que llevó aparejados 30 despidos. El Tribunal Superior de Xustiza obligó a la empresa a readmitirlos.