La excursión que cambió la historia de Santa Eulalia de Bóveda

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

LUGO

La foto del 21 de abril de 1927. De izquierda a derecha: José María Penado (párroco y descubridor del monumento en 1914), Manuel María Rodríguez Carreira (vecino y trabajador de las excavaciones), Manuel Martínez de Caso-López (chantré de la Catedral), Luis López-Martí (director de las excavaciones y del Museo Diocesano), Plácido-Ángel Rey Lemos (obispo de Lugo), Ángel Garrote Martín (doctoral), Alfredo Lorenzo López «Cornide» (beneficiado), Manuel García Blanco (vocal de la Comisión de Monumentos), José María de Santiago Charlofé (catedrático de Latín del Instituto de Lugo), Antonio Millán (secretario de la Diputación), Indalecio Varela Lenzano (presidente de la Comisión de Monumentos), Manuel Vázquez Seijas (interventor de la Diputación), Juan Bautista Varela Fernández (ingeniero de caminos de la Diputación), José María Montenegro Soto (vocal de la Comisión de Monumentos), Manuel Amor Meilán (secretario Comisión de Monumentos), José Rodríguez Varela (vecino y trabajador de las excavaciones) y en la sombra, haciendo la foto (según propuesta del investigador Enrique Montenegro) estaría Eloy Maquieira (arquitecto municipal). A sus pies, la trampilla para bajar al monumento. archivo de juan ramón suárez núñez
La foto del 21 de abril de 1927. De izquierda a derecha: José María Penado (párroco y descubridor del monumento en 1914), Manuel María Rodríguez Carreira (vecino y trabajador de las excavaciones), Manuel Martínez de Caso-López (chantré de la Catedral), Luis López-Martí (director de las excavaciones y del Museo Diocesano), Plácido-Ángel Rey Lemos (obispo de Lugo), Ángel Garrote Martín (doctoral), Alfredo Lorenzo López «Cornide» (beneficiado), Manuel García Blanco (vocal de la Comisión de Monumentos), José María de Santiago Charlofé (catedrático de Latín del Instituto de Lugo), Antonio Millán (secretario de la Diputación), Indalecio Varela Lenzano (presidente de la Comisión de Monumentos), Manuel Vázquez Seijas (interventor de la Diputación), Juan Bautista Varela Fernández (ingeniero de caminos de la Diputación), José María Montenegro Soto (vocal de la Comisión de Monumentos), Manuel Amor Meilán (secretario Comisión de Monumentos), José Rodríguez Varela (vecino y trabajador de las excavaciones) y en la sombra, haciendo la foto (según propuesta del investigador Enrique Montenegro) estaría Eloy Maquieira (arquitecto municipal). A sus pies, la trampilla para bajar al monumento. archivo de juan ramón suárez núñez ARCHIVO JUAN RAMÓN SUÁREZ NÚÑEZ

Un estudio revela la importancia de una visita para obtener fondos para excavar y conservar el monumento

25 nov 2016 . Actualizado a las 12:54 h.

El 21 de abril de 1927 un grupo de destacados miembros de la Diputación, la Comisión de Monumentos de Lugo y del Obispado acudían a ver el monumento de Santa Eulalia de Bóveda y pudieron comprobar los riesgos que podía tener su falta de conservación. Diez meses antes habían comenzado los trabajos de excavación del templo que había dejado asombrado a la comunidad científica del momento por sus características y que durante años le valió el adjetivo de enigmático. Pero aquellos primeros movimientos se hicieron con medios precarios y gracias a la voluntad del entonces presidente de la Diputación, Victoriano Sánchez Latas, quien fallece de forma repentina a inicios de 1927, aunque antes llegó a reflejar una partida económica en los presupuestos provinciales.

La reciente tesis doctoral sobre el monumento -realizada tras más de una década de esfuerzo por Enrique Montenegro- ha sacado a la luz documentos inéditos hasta el momento y que muestran que a pesar de la enorme expectación que llegó a generar el descubrimiento de Santa Eulalia, hubo atrancos y reticencias que hicieron peligrar su conservación.

El autor de la única tesis sobre el monumento -cuya finalidad atribuyó a un templo funerario en honor a Dioniso- acaba de publicar un estudio en la revista Croa (Boletín do Museo do Castro de Viladonga) donde da cuenta de los acontecimientos que sirvieron para que finalmente Santa Eulalia de Bóveda no se dejase a su suerte. Y es que en la primavera de 1927 se producen una serie de hallazgos en el templo que unidos a la falta de medios económicos y a la reticencias de algunos miembros de la Comisión de Monumentos, generaba lo que Montenegro define como «un momento crítico».

Ante esta situación, el investigador destaca dos figuras clave para la preservación del templo en ese momento: el arqueólogo Luis López Martí y el interventor de la Diputación y años después uno de los fundadores del Museo Provincial, Manuel Vázquez Seijas. El primero, explica Montenegro, convenció a la Comisión de Monumentos para organizar una excursión con diversas personalidades a fin de convencerlos de que financiasen las obras. Por su parte, Vázquez Seijas, además de animar a los integrantes de la comisión, tuvo en todo momento informado a Ángel del Castillo, miembro de la Real Academia Galega y el primer arqueólogo que hizo un estudio sobre Santa Eulalia de Bóveda. Seijas, en una carta inédita que aporta el trabajo de Croa, le informa a Del Castillo (convaleciente por la rotura de una pierna) de las reticencias que hay en parte de la comisión y de los problemas que pueden surgir si no se interviene de urgencia.

Aquel viaje, del 21 de abril, fue toda una revelación y el inicio de lo que cuatro años supondría la declaración de Bóveda como monumento artístico nacional.

Las fechas clave

1914, el descubrimiento. El párroco José María Penado, quien encontraba las evidencias de un templo debajo del cementerio y de la iglesia del siglo XVIII.

1926, las excavaciones. El 20 de junio de 1926 arrancaron las primeras excavaciones.

1927, el impulso. La presión mediática y científica y la visita del 21 de abril obligaron a tomar medidas para su excavación y conservación.

1931, la declaración. El 3 de junio pasa a ser monumento histórico-artístico nacional