La interminable engañifa de la renovación en la política lucense

enrique g. souto lugo / lA voz

LUGO

22 feb 2016 . Actualizado a las 20:50 h.

Tiene Lugo políticos como el farmacéutico de Palafrugell del que Luis Racionero contó que, cuando leía en la cama, se ponía de lado y leía una página sí y la otra no, y la que no leía se la imaginaba. Lugo tiene políticos así; se saltan las páginas de la realidad que no les interesan e imaginan que los administrados imaginan con ellos que la corrupción fue un sueño, que la extendida inepcia del gremio pasa inadvertida y que los contribuyentes aún están dispuestos a dejar que malgasten por la cara sus impuestos. Pero Lugo no es Palafrugell, como Fole no es Pla ni O Incio es el Ampurdán. En el PP y en el PSOE leen solo una de cada dos páginas de la realidad y no entienden por qué los lucenses están cada día más hartos de ellos; no entienden que sienten la náusea cada vez que hablan de renovación.

Anda el PP metido en un dinámico y aplaudible proceso electoral interno para cubrir la presidencia provincial. Compiten por la plaza bravamente Elena Candia y Raquel Arias, y usan en la pugna cuantos recursos tienen a su alcance. Y entonces ocurre lo del farmacéutico de Palafrugell y se amoscan afiliados y observadores; en una de las páginas no leídas de la realidad alguien descubre qué bien suena la palabra renovación y estropea el discurso. ¿Renovación? ¿Qué renovación? ¿Qué es renovación? ¿Será imagen de renovación la del exalcalde y diputado de largo recorrido Joaquín García Díez? ¿Acaso representa renovación el alcalde de Quiroga, Julio Álvarez? El discurso de la renovación es un discurso viejo, rancio, cansino; es todo eso por falso e innecesario en cuanto se refiere a las personas y no a las ideas y a los proyectos. Le ocurre al PP, pero le pasa lo mismo al PSOE. La renovación que anunciaba Besteiro no fue nada de eso. Las viejas malas prácticas en la dirección del partido se mantuvieron, pero peor gestionadas, y dieron como fruto el esperpento de la Diputación. Besteiro no renovó nada

El ampurdanés Pla dijo: «Soñamos el orden y ordenamos los sueños». Es lo que le pasa a algunos políticos lucenses; sueñan sus sueños de renovación al margen de los administrados, que están en la página de la realidad que no leen.