Las razones de Darío Campos para tener «a cabeza como un bombo»

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

Lugo es con frecuencia, ya se dijo aquí otras veces, el laboratorio de la política gallega

11 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lugo es con frecuencia, ya se dijo aquí otras veces, el laboratorio de la política gallega. En los laboratorios ocurren pequeños desastres que son experiencias a partir de las cuales es posible evitar males mayores. En las probetas de la política lucense, el PSOE y el Bloque, que tanto se necesitan, han ensayado desde 1999, mayormente inspirados por el gran alquimista Orozco, acuerdos, desacuerdos, amores y desamores. Las fórmulas probadas en Lugo han sido de aplicación después, con éxito más que mediano, en el ámbito gallego, incluida la Xunta. Pero, con tanto ensayo, con tanto retorcer la fórmula, a veces ocurren explosiones que cuestionan la totalidad del experimento. Lo que sucede en la Diputación de Lugo tras la moción de censura es una explosión en el matraz del pacto PSOE-BNG, que, tal vez, ilumine el aún oscuro trasfondo de unas negociaciones excesivamente opacas. La decisión nacionalista de no admitir imputados en el gobierno provincial (3 de 11 diputados en las filas socialistas) anuncia una interesante semana en la convivencia PSOE-BNG en el palacio de San Marcos. El presidente Darío Campos tiene motivo para repetir lo que dijo cuando estalló el martinazo: «Teño a cabeza como un bombo». Churchill lo hubiera invitado a ser optimista: «No parece muy útil ser otra cosa».

El nuevo presidente de la Diputación tiene aire de hombre tranquilo y dice que le gusta sopesar despacio pros y contras. Después del verano de tensión que pasó, seguro que aún más. Quizá por eso, en su primer día al frente de la institución, dijo a los periodistas que había que poner orden en las relaciones entre las dos partes. Porque, en otro caso, para él resultaría muy difícil trabajar y eso, trabajar, es lo que tiene que hacer. Lo comentaba con unos periodistas mientras llegaban a paso ligero a San Marcos otros informadores que acababan de escuchar al nacionalista Vence reconocer -¡trabajo costó!- que el Bloque no admitirá imputados en el gobierno provincial. ¡Y allá se fueron los planes de Campos para poner un poco de orden en el flujo informativo! «Iso sairía agora, porque o acordo estaba máis ou menos cerrado», dijo el presidente con la misma expresión que debió de poner mientras semanas atrás decía por teléfono lo de «a cabeza como un bombo». Vaya, que Vence expresó un trasacordo que altera el acuerdo «que estaba máis ou menos cerrado». El trasacordo como explosión en el tubo de ensayo de la política lucense, y Vence, político no lucense, chamuscado donde los de casa, o sea, Veiga y Besteiro, tuvieron mucho, mucho cuidado de no quemarse. ¿Cómo se protegieron? Con el silencio y el mantra de las fórmulas retóricas que tan hartos tienen a los periodistas y a los votantes.

Superada la moción de censura, toca formar gobierno en la Diputación. Si el BNG mantiene lo dicho por Vence, pinta mal para Manuel Martínez, Lino Rodríguez y María Loureiro, diputados sobre los que pesan imputaciones. Martínez, que cedió en sus pretensiones y las rebajó a ser responsable de Vías y Obras, Parque Móvil y miembro de la junta de gobierno no se va a limitar, llegado el caso, a mirar con cara de pasmo a Campos y Veiga. Los socialistas tienen segura la presidencia para el resto del mandato. Lo que no está claro es bajo qué fórmula tendrán que gobernar si el Bloque mantiene la condición confirmada por Vence (gobierno sin imputados). La onda expansiva de la explosión política en el laboratorio del Concello de Lugo, que sacó a Orozco de la alcaldía, llega ahora a la Diputación. Mientras, Orozco, relajado y sonriente, disfruta de la ciudad que conoce como nadie y vuelve a acercarse a los periodistas, que aún no pueden evitar dirigirse a él como alcalde.

En la Diputación, socialistas y nacionalistas intentarán durante la semana entrante resolver los «máis ou menos» flecos que aún quedan por cerrar en el acuerdo de gobierno. Los tira y afloja marcarán la vida política lucense durante la próxima semana. Pero no tendrá menos protagonismo, en otro plano, claro, la iniciativa de Lugonovo de solicitar una entrevista con el obispo, Alfonso Carrasco Rouco, para tratar de convencerlo de que la Iglesia pague el IBI de sus inmuebles que no están dedicados al culto. Y entre ellos, el que corresponde al párking público del Seminario. Si el portavoz de Lugonovo, Santiago Fernández Rocha, gestiona adecuadamente el asunto, tiene asegurado espacio en los medios de comunicación. También en esto de la tributación de la Iglesia puede ser Lugo el gran laboratorio de la política gallega.

pulso lucense

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