Manteros descolocados junto al ferial

lucía rey / enrique G. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

ALBERTO LÓPEZ

Decenas de vendedores ilegales deambularon todo el día buscando un hueco para instalarse

04 oct 2014 . Actualizado a las 05:03 h.

En un español casi perfecto tras cinco años viviendo en Pontevedra, Abdulá se expresaba ayer así de claro: «Yo no voy a perder mi tiempo en el San Froilán. Si no puedo poner la mercancía, por la tarde me marcho a Cambados, que mañana [por hoy] hay feria, y allí no hay problema». Este joven senegalés fue uno de los muchos vendedores ilegales que desde primera hora deambularon por Ramón Ferreiro, Rodríguez Mourelo o la Praza de Bretaña buscando un hueco donde vender bolsos, cinturones, cedés, sudaderas, carteras... «Ni somos violentos, ni agresivos. Solo venimos con género para buscarnos la vida, pero este año el alcalde no nos da permiso», lamentaba Ibrahim junto a la caseta en la que trabajadores municipales repartían las llaves de los 32 puestos de GastroArte, la feria que se asienta este año en la mediana de Ramón Ferreiro hasta el cruce con Marina Española, y que algunos definen como «anti manteros». Hasta allí se desplazaron muchos vendedores para informarse o solicitar autorización, pero se fueron sin ella. Algunos llegaron sabiendo que el Concello anunció que este año habrá «tolerancia cero» con el «top manta», pero con la esperanza de que la presión policial, que ayer era visible aunque discreta, se relaje con el paso de los días. Con ese panorama, otros en cambio optaron por no venir. «Muchos vivimos en Galicia. Yo tengo 130 kilómetros en coche y si no me dejan montar como mucho pierdo 40 euros de gasóleo, pero si viviese más lejos no vendría». «Nos piden un dinero que no tenemos. Mil doscientos euros por 3 metros es demasiado», explicó Mustafá, que criticó que los compatriotas que viven en la ciudad amurallada no hayan tenido ninguna ventaja para optar a los puestos. Aunque la mayoría procede de Senegal y Ghana, también hay gente de Bolivia, Perú o Ecuador. Una representación se concentró a mediodía ante la Casa do Concello para pedir que les dejen trabajar.