Niñas dominicanas son drogadas y formadas en gimnasios para prostituirlas en España

Lucía Rey
lucía rey LUGO / LA VOZ

LUGO

Óscar Cela

Varias oenegés denunciaron en Lugo qué hay detrás de la explotación sexual

20 sep 2014 . Actualizado a las 15:45 h.

«Los tratantes van a las regiones más pobres del país, y a los papás les ofrecen que las niñas van a estudiar y que van a estar mejor, pero lo que hacen en realidad es llevarlas a centros de prostitución para explotarlas y convertirlas en usuarias de drogas, como marihuana, cocaína...». Así de dura es la realidad que expuso ayer por la tarde Nieves Altagracia de la Cruz, directora de la Fundación Centro Nuestra Esperanza de la República Dominicana. La activista intervino a través de videoconferencia en la tercera Xornada sobre a trata de persoas en Galicia, que organizó la Rede Galega contra a Trata en la facultad de Humanidades de Lugo. De la Cruz denunció cómo muchas niñas y adolescentes de familias dominicanas pobres son engañadas y reclutadas por mafias nacionales e internacionales que llegan incluso a formarlas en gimnasios. «Las preparan para llevarlas a países como Polonia, Chile o España para prostituirlas», manifestó.

Pobreza y falta de opciones

En su opinión, la pobreza, la falta de opciones educativas y laborales, la alta tasa de inmigración desde Haití -los dos estados comparten isla- y el hecho de que «se venda» la República Dominicana como destino de turismo sexual están detrás de la lacra. La fundación que dirige lleva dos décadas luchando contra un fenómeno que define como «muy complejo», y aunque ha habido avances, reconoce que queda mucho por hacer porque la zona sigue siendo «muy vulnerable». «Hasta hace poco se castigaba a la víctima en lugar de a los victimarios, pero las organizaciones nos unimos para impulsar una ley que castiga a los tratantes con entre 10 y 15 años de cárcel, aunque la aprobaron demasiado rápido y con errores que se van a modificar», señaló De la Cruz, que también habló de la corrupción judicial y policial. La congregación religiosa a la que pertenece fomenta las casas de acogida para que mujeres retornadas de Europa y Asia «se recuperen». Tras ella intervino la investigadora Leonor Ladrón de Guevara, del grupo Greta.