Lugo sufre una pérdida histórica al quedarse sin el Torques de Burela y toda la colección de Álvaro Gil

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LUGO

Carlos Castro

El diputado de Cultura acusa a la familia propietaria de falta de palabra

24 oct 2013 . Actualizado a las 20:15 h.

Varias salas del Museo Provincial de Lugo están huérfanas desde media mañana de hoy. Los muestrarios de todas las piezas de oro, custodiadas en un departamento acorazado quedaron vacíos. Parte de las paredes del departamento dedicado al pintor Jesús Corredoyra están limpias. Esa imagen solo la pudieron ver algunos cámaras y fotógrafos de prensa en los escasos diez minutos que se les permitió acceder, alegando cuestiones de seguridad, al recinto museístico que se encuentra cerrado al público. Cuando abra, los lucenses se encontrarán con una pérdida histórica: no estará su pieza emblemática del recinto, el Torques de Burela; no están otras cuarenta y tantas piezas de oro; no están los seis cuadros de Corredoyra; ni tan siquiera en el almacén quedarán las obras que pintores catalanes hicieron cuando fueron invitados a Lugo por el mecenas del museo, Álvaro Gil Varela. Los cuadros reposaban en el suelo de una sala en espera de ser embalados con destino a un lugar que, por ahora, es desconocido.

La familia propietaria de las piezas finalmente optó por llevarse las mismas. Lo hizo el día y a la hora que la Diputación Provincial de Lugo le había marcado: hoy, a las nueve de la mañana. A esa hora se presentó el portavoz familiar, su abogado y un notario con personal de una empresa especializada en el traslado de obras de arte. Cumplían así el plazo establecido por la institución provincial como consecuencia de un largo litigio que acabó con una sentencia del Tribunal Supremo, que confirmó los anteriores fallos que reseñaban que los torques y la pintura no tenían otro dueño más que los herederos de Álvaro Gil. La retirada fue por sorpresa. En su momento, la familia había dicho que no retiraría hoy la colección y no cerraba la puerta a la negociación. Sin embargo, las cosas cambiaron en pocas horas.

Desde que la sentencia se produjo, la Diptuación Provincial, a través de su sección de Cultura, no llegó a un entendimiento con la familia. La colección se va porque los responsables del citado departamento se negaron a incluir una cláusula de la familia permitiendo a esta que reclamase los daños y perjuicios a que pudiera tener derecho (o no) por no serle reconocida la colección durante más de una decena de años. Mario Outeiro, el delegado de Cultura, convocó una rueda de prensa urgente ante el acontecimiento. En la misma hizo un repaso a todo lo que habían hecho y ofrecido y aporovechó para decir que la familia propietaria había incumplido «a súa palabra, cando nós non habíamos posto ningún impedimento». Dijo que se rompía «o bon entendemento». Recordó que la institución provincial ofrecía a la familia 2.350.000 euros por la colección de orfebrería y, además, 600.000 por las costas del largo lititigio judicial.

La recogida de las piezas pilló por sorprensa a Cultura. Su responsable explicó que la familía había pedido que la retirada pudise llevarse a cabo la semana que viene. «Nós non puxemos ningún impedimento, simplemente dixémoslles que nos comunicaran por burofax a data de retirada cinco días antes e establecemos como data máxima o 15 de novembro», recordó. También dijo que desde su departamento no había «nada que ocultar»

Oferta sobre la mesa

Outeiro recalcó que la oferta de la Diputación a la familia quedaba sobre la mesa incluso ahora que la colección ya no está. «Seguen as mesamas condicións, pero non sei por canto tempo», indicó.

Las primeras reacciones por lo ocurrido esta mañana ya se han producido. El colectivo Lugo Monumental pide «a los descendientes de Álvaro Gil que reconsideren su decisión y que pongan los intereses de la ciudad y el respecto a la voluntad del mecenas por encima de cuestiones económicos». Significa la agrupación que las pretensiones económicas de la familia «están fuera de lugar en este momento»