La autovía Lugo-Santiago entra en un nuevo punto muerto

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

LUGO

OSCAR CELA

En solo un año pasa de tener hasta dos turnos de trabajo a cerrar obras

04 mar 2013 . Actualizado a las 07:10 h.

El anuncio de Fomento de que paraliza las obras en dos tramos de la autovía Lugo-Santiago, la A-54, ha supuesto un nuevo mazazo para la expectativas de que finalice algún día una vía necesaria para la vertebración del interior de Galicia y para el desarrollo de las empresas lucenses. La historia de esta autovía va camino de llegar a las tres décadas, desde el anuncio de Borrel en 1992 de que se iba a estudiar la posibilidad de unir Lugo con la capital de Galicia hasta las previsiones que apuntan que no esté finalizada al completo hasta el 2020. El tramo más largo, el que unirá Palas con Arzúa, aún está en fase de licitación y si tenemos en cuenta que hay tramos con obras paralizadas y el resto que funcionan a medio gas, las previsiones optimistas de hace un lustro se han venido abajo.

Fomento se mostraba orgulloso en enero del pasado año y señalaba que mantenía a 197 personas trabajando en los diferentes tramos, con hasta 92 máquinas operativas. Indicaba entonces que «se trabaja al ritmo previsto en los vigentes programas de obra». Incluso destacaba que había doble turno en un tramo que ahora está paralizado, el de Palas-Guntín (el otro, es el de Vilamoure-Monte de Meda).

Lejanos quedan los tiempos de bonanza, cuando Fomento llegó a invertir hasta seis millones de euros por cada kilómetro de autovía que hacía en la provincia. En 1999, el Congreso de los Diputados, por iniciativa del entonces diputado José Blanco, aprobaba un acuerdo para unir ambas ciudades por autovía. Luego vendría la promesa del Plan Galicia, que cifraba en el 2010 el fin de la nueva carretera.

Pero ni los ministerios de Cascos ni de Magdalena Álvarez priorizaron esta obra. Fue con la llegada de Blanco a Fomento en el 2009 cuando hubo un impulso, aunque en el verano del 2010 llegaron los primeros efectos de la crisis sobre las infraestructuras: se replanificaban las obras con la llegada de los primeros recortes.

A nivel de Cuenca y Soria

Solo dos ciudades españolas tienen peores conexiones por medio de una vía rápida con el resto de ciudades de su entorno: son Soria y Cuenca. Ninguna de las dos urbes tienen conexiones directas con alguna de las ciudades de su comunidad. Lugo ni tiene conexión rápida con la capital de Galicia ni tampoco con otra capital de provincia, Pontevedra. En este caso, ni siquiera existe una carretera nacional directa, caso único en España.