«Matei a un bicho forte que ía por min e os meus netos», dice el abuelo coraje

Xosé Carreira LA VOZ / LUGO

LUGO

PRADERO

El acusado de la muerte de O Bruzos aseguró que si no llega a disparar «estaría no cemiterio»

20 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Al anochecer del 24 de enero del año 2009, Benjamín Santas Fernández quedó al cuidado de sus dos nietos menores porque quienes vivían con él en su casa de San Martiño de Torre (Páramo) se fueron de velatorio y rosario. Echó los becerros a mamar y, mientras tanto, los pequeños se entretuvieron en la cocina viendo la tele. De repente, se presentó en plan amenazante y agresivo O Bruzos, un vecino considerado por todos como pendenciero y muy violento. El anciano subió a toda prisa a su habitación para coger la escopeta que tenía colocada junto al armario. Pretendía disparar por la ventana, dijo, para intimidar al temible vecino, pero resulta que este supuestamente reventó la puerta de la casa y se coló dentro. Subió en busca de Benjamín, pero fue recibo con un tiro.

Así se resume la historia protagonizada por el «abuelo coraje» de O Páramo. Benjamín lloró angustiado en ocasiones ante el tribunal del jurado al pensar en la situación de sus dos nietos, de 3 y 9 años, con los que posteriormente al disparo escapó en el coche y los puso a salvo en el cuartel de la Guardia Civil. El abuelo de los pequeños se enfrenta ahora a una petición de condena por parte del fiscal de tres años y medio de cárcel por un homicidio. Sus vecinos creen que debe salir inocente. La palabra la tiene el tribunal popular, compuesto por seis hombres y cinco mujeres, que participa en el juicio que comenzó ayer en la Audiencia Provincial.

«Coñecíao de toda a Vida, aínda que había un ano que non me falaba con él desde que o votei da casa porque nos chamou mortos de fame. Desde ese día non volveu», explicó Benjamín sobre su relación con O Bruzos.

«Era moi agresivo. De Portomarín á Pobra non había outra persoa coma él», recordó el acusado. Benjamín, que el lunes cumplió 81 años, relató con detalle lo que pasó en su casa aquella tarde de finales de enero de 2009 en la que se velaban los restos de su consuegra en un tanatorio.

Esa noche, O Bruzos, antes de presentarse en la casa donde encontró la muerte, ya había llamado por teléfono supuestamente en plan amenazante. La fiscala, extrañada, no entendía como el anciano no había avisado a la Guardia Civil. «Nunca o denunciei porque había que andar por o medio del, e coma a min hai centos», dijo. Se refería a que había más vecinos amenazados que no se atrevieron a denunciarlo.

«Viña de botar os becerros a mamar. Metínme na casa cos pequenos e pechei a porta. De alí ao pouco, os cans empezaron a ladrar; mirei por a ventá e xa o vin a él. Chegou coma un touro bravo. Empezou a golpes na porta e fun ó cuarto buscar a escopeta que tiña pegada o armario. Collín os cartuchos da naveta dunha cómoda, caéronme e quedoume un», relató el acusado. La escopeta clandestina la tenía allí, «como se fose a vasoira de barrer».

Benjamín Santas le advirtió al jurado: «Iba tirar un tiro pola ventá para que marchara, pero xa non me quedou tempo, porque xa estaba arriba no piso. Disparei a un bulto».

«Era un bicho forte. Primeiro viña por min e logo por os nenos. Apunteille ás escuras e non sei se á cara ou aos pés; non sei se quedou vivo ou morto», explicó el acusado. Benjamín hablaba de «bicho» porque, aclaró, quien trataba de acometerle pesaba más de cien kilos. Él apenas pasa de los setenta y, además, le llevaba casi cuarenta años.

«Logo do disparo, baixei e collín os meus netiños, sin saber se iban con fame ou non e fomos no coche o cuartel. Díxenlle o guardia: Queda na casa un home tirado, non sei se o matei ou non, pero hay que poñer a salvo a estes pequenos», relató el «abuelo coraje». Con lágrimas en los ojos recordó como uno de sus nietos le gritaba cuando su padre los recogió y él tuvo que quedarse en el cuartel: «Lelé, Lelé... ¡Vente!» (Lelé es el nombre con el pequeño llamaba a su abuelo).

«Queira Deus que a calquera dos que estamos aquí non lle pase o que me pasou a mín. Cando empezou a pegar patadas a porta mandei os pequenos para a cociña. Eu, non ía abandonar ós pequenos. Deus axudoume porque viña hacia min dereito. Se non lle chego a disparar, estábamos os tres no cemiterio e ¡A ver que pasaba cando volverán os outros á casa!», explicó Benjamín. En su declaración también dijo que a O Bruzos, «non lle tiña medo, senón supermedo».

El juicio sigue en la jornada de hoy con más declaraciones.