Doce vacas y un toro provocan una guerra judicial en Cartea

xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LUGO

Las reses de «O Eliseo» generan una vista penal de más de dos horas

27 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Las vacas de O Eliseo van camino de ser famosas no solo en el pequeño pueblo de Cartea, en Ribeira de Piquín, sino en media España. Se meriendan los pastos del vecindario y causan daños en fincas ajenas. Algunos de los residentes en el lugar están hartos de la situación, tanto es así que tienen entablada una verdadera guerra judicial contra el propietario de este ganado: doce vacas y un toro.

Ya van cuatro juicios contra el propietario, Eliseo V. M., y quedan pendientes otros dos por lo menos. Ayer se celebró uno de ellos. Las andanzas del toro y las vacas de este hombre acabaron nada menos que en un juzgado de lo penal lucense que, además del tiempo invertido en la tramitación correspondiente, estuvo ocupado ayer durante casi dos horas celebrando un juicio. Las vacas movilizaron nada menos que a una decena de guardias civiles que fueron citados, por diversas partes, para prestar declaración; a dos abogados, dos procuradores, un perito... Todo este despliegue en un juzgado de lo penal por unos daños que no llegan a los dos mil euros.

Durante el interrogatorio un guardia dijo que llevaba catorce años en la demarcación de Meira y que, en ese tiempo, había tenido que ir al menos unas cien veces durante ese tiempo a Cartea a realizar inspecciones o diligencias relacionadas con las vacas de O Eliseo. Solo en 2008 hizo más de 40. Y eso parece que no es nada. «Se denunciáramos todas as veces que nos entran nas nosas terras, estaríamos todos os días no xulgado», indicó una afectada.

Los guardias hicieron tantos servicios que ayer, en el juicio, ya no conseguían recordarse. Ni tan siquiera lograban saber en qué informe habían recogido las pisadas y en cual no.

Esta guerra judicial contra el dueño de las vacas parece que es uno de los pleitos estrella en el juzgado de A Fonsagrada. De esta vez, el ganadero afronta una petición, por parte del fiscal, de una pena de multa de 24 meses con una cuota diaria de 12 euros por los daños ocasionados por sus reses en las fincas de cinco vecinos. En el pueblo hay trece casas, dijo ayer una vecina ante la sala de vistas, y los habitantes conocen de sobra las fechorías vacunas.

Para rizar todavía más el rizo, en el juicio de ayer, se debatió si el alambre del cierre de las fincas era de una calidad suficiente como para resistir los ataques de los animales, si habría que poner pastores eléctricos y hasta el valor de las pacas de hierba y cuanto heno se zamparía al día una vaca.

Los vecinos que declararon dijeron que las reses de O Eliseo, arrasan todo lo que pillan por delante: las leiras de patatas, de nabos, las de coles, las praderías y hasta los regos abiertos para llevar el agua del riego. Parecen una plaga. Se alimentan de lo ajeno porque, dicen los vecinos, en las fincas de su amo ya no queda que comer. Además, aseguraron, que nunca vieron a O Eliseo comprarles hierba o piensos.

El propietario de las reses considera, según dejó entrever su letrado en el transcurso de la vista de ayer, que es víctima de un acoso por parte de los vecinos. Además, el acusado, dijo que muchos de los daños que le atribuían a sus vacas, eran obra del jabalí. «De eso nada, dijo un vecino. As fozoadas do xabarín non teñen nada que ver coas pasadas das vacas», señaló un afectado ante la sala de vistas.

También dijo el letrado del acusado que éste no obra con mala fe porque, en alguna ocasión, incluso se llevó el ganado a otra parte. Un hermano del imputado, que declaró como testigo, explicó que los cierres de sus fincas no eran malos y otro testigo, traído por el defensor de Eliseo, significó que le había vendido varios camiones de hierba para el ganado.

El hermano del imputado dijo durante su declaración que éste había sufrido un accidente y que en 2008, fecha de los hechos, tenía una depresión que pudiera haber motivado que hubiese desatendido un poco el cuidado de sus vacas.

En directo juicio por daños en unas «leiras»

Los guardias fueron a la aldea por lo menos cien veces en los últimos años