Las lágrimas de San Lorenzo

Pablo Núñez

LUGO

19 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Todos escogemos momentos singulares en nuestras vidas para pedir deseos, a la espera de que dioses, criaturas mágicas o seres queridos, quizá perdidos, sean capaces de concedérnoslos o interceder para lograr su concesión. El año nuevo tras las doce uvas, un cumpleaños o efemérides importante, o incluso para los gallegos, que tanto arrastramos y mantenemos las tradiciones celtas o castrexas, la visión mágica de una estrella fugaz. Me quedo con esta última. Me pueden los sueños.

Desde que tengo recuerdos, la festividad de San Lorenzo es un día muy especial. Tal día hace muchas décadas se casaron mis abuelos paternos, él hubiese cumplido 101 años el próximo lunes, ella cumplirá 98 en noviembre. Pero además Manuel sembró en mí una semilla, uno de esos secretos tan propios de nieto y abuelo. Ya por entonces, él era fiel seguidor de un fenómeno que sigue maravillando al mundo, la lluvia de las Perseidas, más conocida por estos lares como las lágrimas de San Lorenzo.

Siempre, claro está, que el tiempo y las nubes lo permitiesen, este año lo han hecho. Y las estrellas murieron sobre el mar.

Mis deseos. Salud para los míos, el amor lo tengo y lo mantengo, y no ansío dinero. Tal vez la llegada de mi tercer libro, que continuará a Las hijas del César, y la llegada al fin de ésta a la pequeña o a la gran pantalla. Para Lugo, por el amor que profeso a mi cuna, que siga creciendo y luchando por ocupar el lugar que merece, que alguien con cabeciña se acuerde de que Galicia tiene cuatro provincias.