Un romántico del fútbol fiel a una idea: la supremacía del balón

Marcos Pichel LUGO / LA VOZ

LUGO

Tato Abadía, Manu Sarabia y Carlos Mouriz describen al santanderino

24 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Decía Marx, Groucho: «Estos son mis principios, si no le gustan, tengo estos otros». Toda una declaración de intenciones sobre la vía rápida por la que algunos optan para triunfar: la del cambio de chaqueta según los intereses, la del todo vale. Claro que la realmente satisfactoria, que a veces puede resultar más lenta, es la que ha emprendido el Lugo de la mano de Quique Setién: fidelidad a una idea y a un estilo, una forma insobornable de entender el fútbol, con el balón como principio y fin de todo. Y así ha conducido a sus jugadores hasta la final de pasado mañana, en el Ángel Carro, contra el Alcoyano. Con el compromiso de autenticidad se enfrentarán a la historia.

«Soy un romántico del fútbol», se le ha escuchado decir en alguna ocasión al entrenador santanderino. Hay que estar muy seguro de las propias convicciones para mantenerlas contra viento y marea, durante mucho tiempo a contracorriente. «Él es fiel a sí mismo. Cree firmemente que jugar bien es la mejor manera de llegar a la victoria», resume uno de sus mejores amigos, el ex futbolista internacional, y también entrenador, Manu Sarabia. Ambos comparten una concepción balompédica similar, «con algunos matices», puntualiza el de Abanto.

Incomprendidos

«Hubo un tiempo en que el éxito en este deporte estuvo reñido con la pelota. Muchos pensaban que jugadores como Xabi e Iniesta, tan pequeños, no podrían jugar juntos. ¡Ni siquiera jugar! Y llegó Pedro, Silva, la selección española, y mejor no hablamos de Messi», describe Sarabia. «Esos locos bajitos», como cantaba Serrat, y que han terminado por cambiar el mundo del balompié. «Gracias a España, al Barcelona, Quique y yo nos sentimos reconfortados, es el juego con el que nos identificamos», confiesa quien fuera delantero del Athletic de Bilbao.

Medita Sarabia: «Tener el cuero es volver al origen, a cuando éramos niños y jugábamos en la calle, en el patio del colegio. Queríamos el balón, divertirnos. Eso es lo que él busca».

Durante años fueron unos incomprendidos que circulaban en sentido contrario (incluso se plantearon «formar un tándem» de entrenadores), o al menos así pensaban las mayorías que viajaban por el otro lado. «Ahora parece claro que el fútbol ofensivo es la mejor manera de ganar. Pero hasta no hace mucho... Recuerdo algo que Quique me dijo una vez: ?Va a llegar el momento en que se jugará a esto sin balón?. Y bueno, parece que no va a ser así», respira aliviado.

Personalidad muy fuerte

«Quique siempre ha tenido las ideas muy claras, y ha tratado de llevarlas a cabo». Quien así se manifiesta es Agustín, ?Tato?, Abadía, hoy entrenador de la Sociedad Deportiva Logroñés (que el domingo se juega ascender a Segunda B), y también amigo del santanderino. Ambos, junto a Sarabia, coincidieron sobre el césped y compartieron el vestuario de Las Gaunas en el mejor Logroñés (el clásico Club Deportivo) a finales de los años 80.

«A Quique no se le doblega fácil. No cambia de opinión así como así, hay que ofrecerle buenos argumentos para lograrlo. Y eso es una gran virtud. Posee una personalidad muy fuerte, pero no tiene problemas para sentarse a hablar, y convencerte de lo que él piensa», describe Abadía, que ascendió a Primera como jugador del Compostela. Aunque con los árbitros no lo consiga, «tiene mucho poder de convicción, y es muy fiel con quien se siente a gusto; él no se mueve por cuestiones de dinero; su única ambición es perfeccionarse, mejorar», respalda Sarabia.

El discurso de Abadía no siempre coincide con el de su compañero, sino que supone un contrapunto. «Él siempre me dice que los entrenadores buscamos cualquier excusa para no jugar al ataque. Que si el campo, que si los futbolistas, que si el rival... Y a veces discutimos, porque no veo el fútbol de la misma manera que él, pero son charlas productivas», asegura.

«Amigo y compañero»

Después de colgar las botas en el Levante en 1996, y antes de recalar en el Lugo, Setién se sentó en los banquillos del Racing de Santander (al que retornó a Primera), Poli Ejido, la selección de Guinea Ecuatorial y el Logroñés. Con la recuperación de ese, a veces olvidado, aspecto lúdico del fútbol, ha conseguido el hito de cuatro llenos (con el de pasado mañana) consecutivos en el Ángel Carro.

Carlos Mouriz, hoy su director deportivo en el Lugo, lo describe como «un tipo normal». «Es sencillo, amigo y compañero; no tiene ego. Cree en la ilusión de la gente, y tiene presentes las dificultades por las que pasan los pobres para sacar la cabeza», afirma.

perfil Quique setién, entrenador del LUgo