«Coa popularidade que me deron os anuncios abríuseme o ceo»

Benigno lázare LUGO / LA VOZ

LUGO

Paracaidista y taxista antes que actor, se convirtió en un personaje de la vida pública lucense

21 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El taxista jubilado José Manuel Pol es una persona sin complejos. Está orgulloso de haber alcanzado su nivel de popularidad a pesar de no haber asistido al colegio más de dos años, como recuerda a menudo para resaltar el esfuerzo realizado hasta convertirse en un hombre anuncio, actor ocasional con papeles en cinco películas y aficionado a la lectura de libros de historia. También presume cuando descapota su coche en O Corgo y viaja a Lugo con la única misión de dar un garbeo por el centro, aunque lo más frecuente es verlo entre el público en cualquier acto cultural y social que se celebre en la ciudad.

Quienes no caigan en la cuenta de su persona al oír su nombre, lo harán cuando escuchen su inconfundible voz o, para los más despistados, cuando estén en presencia de su figura: un octogenario con un largo pelo blanco que no aparenta su edad. Pero ahorraremos explicaciones y tiempo aclarando que se trata del hombre que anuncia la leche Río («¡Ai condenado, lévasme o leite!»), las patatas Pereiro («¡as mellores do mundo enteiro!»), y el Aixán («¡guapaaa..., sube!»). «Mira, coas penalidades que pasei..., quen mo ía dicir; coa popularidade que me deron os anuncios estou encantado, abríuseme o ceo».

¿Y de dinero? Nada, afirma que nunca cobró porque le gusta hacer «spots», aunque algunos de los anunciantes le dieron propinas generosas y también recibe otras compensaciones. Cómo no se va a sentir gratificado si en un área comercial, cuando lo reconocieron, agotó todas las fotos que llevaba vestido de peregrino y acabó estampando la firma en los cartones de leche que regalaba la empresa a quienes visitaban el expositor. En el cine figura en los títulos de crédito de cinco películas en las que hizo de bufón, mesonero y otros papeles con frase, como miden la participación los actores de reparto.

Pol, o madrileño, o Corgo, como le llamaban en sus sucesivas etapas de taxista, nació en Serés (Castroverde), pero de niño lo llevaron a O Corgo porque sus padres eran caseros y se fueron a trabajar a una propiedad del general Tella próxima al pazo en el que vivía el militar. Era el menor de siete hermanos y tuvo una infancia bastante sórdida, con algún momento trágico.

Como era el más pequeño, a la hora del desayuno, cuando se repartían las funciones a él casi siempre le tocaba en suerte pastar vacas o las ovejas en lugar de ir a la escuela. Pudo asistir solamente desde los 12 hasta los 14 años, la mayor parte de las veces porque se escapaba de casa. «Cando pola mañá me mandaban ir coas vacas, eu calaba a boca e subía á planta alta da casa e, para que non me viran, descolgábame por unha ventá e marchaba para a escola de Adai». A mediodía no regresaba a la vivienda porque si lo hacía no lo dejaban volver a las clases de tarde. «Algunhas veces pasaba sen comer ao xantar, e outras traíame unha irmá un cacho de pan, e así pasaba o día».

Como el maestro daba clases nocturnas para los mayores que pagaban 20 pesetas, José Manuel habló con él y le dijo que también quería ir, alargando así la sesión dos horas diarias. «Aínda hoxe me emociono porque neses dous anos de colexio alcancei aos que levaban cinco ou seis, e cando lle fun pagar os catro pesos, non mos cobrou. Para min foi ir á escola e aprender todo dunha vez; coma se operan a un cego de nacemento e de repente veo todo».

Ya de mayor, cuando le llegó la hora, ingresó voluntario como paracaidista. Estuvo dos años en Alcantarilla y en Alcalá de Henares. Contrariando el deseo del general Tella, cuando ya había realizado 16 saltos decidió que no se reengancharía en el Ejército. Se quedó en Madrid, trabajó en la construcción y participó en la del Valle de los Caídos, aprendió a conducir y se metió a taxista nocturno desde el año 56 al 61, participando en el 30% de los beneficios. Con un préstamo de su antiguo jefe compró una licencia y un taxi, siguiendo hasta el 69 en la villa y corte. Se vino a Lugo con 39 años y soltero, aclara, y se mantuvo en la profesión, primero en la ciudad y después en O Corgo, hasta que se jubiló en el 96.

Recién llegado de Madrid, hizo con la ayuda de un obrero una curiosa edificación en Pedrafita (O Corgo) y montó una tienda y taberna, pero como no tenía paciencia para estar parado detrás del mostrador, dejaba la llave allí y la convirtió en autoservicio para el vecindario, y el se marchaba con el taxi. Evidentemente, al poco tiempo tuvo que cerrar. El resto ya es historia contemporánea.

José Manuel Pol Herbón

80 años

Taxista jubilado y actor ocasional

El pazo que fue del general Tella, en Adai, para el que trabajó siendo niño.