La Guardia Civil hacía precintos a la carta de los burdeles

José Fernández LUGO / LA VOZ

LUGO

Adán y Pulleiro pactaban telefónicamente los cierres con guardias

27 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La Guardia Civil efectuó precintos a la carta de burdeles de la operación Carioca perjudicar lo menos posible a sus propietarios. Éstos eran quienes establecían los días y las horas más adecuadas a través de llamadas telefónicas y contactos mantenidos con guardias implicados en la operación Carioca. Los investigadores se encontraron con conversaciones telefónicas muy curiosas. En una de ellas, por ejemplo, García Adán negociaba que el cierre del Queens pudiera ser antes de las cinco de la tarde. Durante la misma se produce un regateo entre el presunto proxeneta y el guardia como si de un mercadillo se tratara.

En septiembre de 2009 Adán recibió en su móvil una llamada desde la comandancia de la Guardia Civil de Lugo. El agente le informaba del día y hora de clausura de su burdel, concretamente a las nueve de la noche. Al responsable del establecimiento no le iba nada bien esa hora. Pretendía que fuera antes para así poder abrir antes una vez cumplido el cierre.

Adán comienza un regateo con el guardia. Le dice que perdería un día de lucrativos ingresos. El guardia cede y de las nueve, rebaja a las siete de la tarde. Al propietario del burdel tampoco esa hora le sirve y pide que sea por la mañana. El agente le responde que no porque no es posible porque por las mañanas no trabajan.

El tira y afloja entre guardia y presunto proxeneta continúa. Éste incluso se compromete en un momento dado en ir a buscar a los funcionarios para que el cierre pudiera ser a las cinco de la tarde. Al parecer, en un momento dado, José Manuel García Adán, adopta la táctica del currito y asegura que la petición de las cinco de la tarde no es un capricho suyo sino que es que vive del negocio. Aunque finalmente no queda claro, parece que acaba consiguiendo lo que reclamaba.

«¿Cuándo me precintáis?

No este el único caso de cierres a la carta. A lo largo de la investigación se averiguó que José Manuel Pulleiro, encargado de La Colina, de Outeiro de Rei y mano derecha de García Adán, llamaba al cuartel de la Guardia Civil de Rábade (demarcación a la que corresponde el citado burdel que ahora funciona con otro nombre y otros propietarios) para tratar de saber cuándo le iban a precintar el club. Pulleiro llamó a Rábade a instancias de su jefe, que así se lo pidió ya que previamente había hablado con el cabo Armando Lorenzo, uno de los principales imputados de la operación.

Según se desprende de la llamada efectuada a Rábade, Pulleiro pretendía cambiar los días de cierre a instancia de su jefe. Incluso se compromete a llevar un papel al cuartel.

La múltiples conversaciones interceptadas reflejan que las relaciones entre determinados sectores de la guardia civil y los presuntos proxenetas no solo no eran fluidas sino que les permitían hasta tomar decisiones. A mayores, habían conseguido sólidos contactos con agentes del Cuerpo Nacional de Policía, con lo cual la red que fueron tejiendo con los años no permitía que casi nada se les escapara, incluso en materia de extranjería. Los controles del grupo alcanzaban incluso a Madrid donde un policía (que fue detenido) colaba a las mujeres a través del puesto de control de pasaportes número 16 del aeropuerto internacional de Barajas.