«Por sorte, ata o de agora podo dicir que me foi bastante ben en todo»

Benigno Lázare

LUGO

Ganadero, acuicultor y sindicalista agrario, planteado todo a su particular estilo, a lo grande y a lo práctico

10 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Leandro Quintas es un tipo singular, un martillo pilón que no cesa en su empeño hasta conseguir lo que se propone, por inalcanzable que parezca. Pero cuando lo consigue no se queda parado y se marca otra meta, a poder ser máscomplicada e innovadora. Los políticos, correosos por definición, optan por ignorarlo en sus siembras de subvenciones, pero no consiguen dejar de escucharlo.

Su daguerrotipo queda configurado con unos cuantos datos: emigró joven y sin estudios, comenzó de pinche y llegó a encargado general, montó su empresa y estudió para controlarla mejor, ganó dinero y la acabó regalando, convenció a labradores para que le vendiesen 800 parcelas y convertirlas en una, montó una granja de vacuno que ahora produce leche ecológica, montó otra gran granja de almejas en Ortigueira, dio y da la vara cuanto puede desde su sindicato, practica el tiro olímpico, se da el placer de agrupar en su casa a la familia todas las semanas y conserva una salud excelente. «Por sorte, ata o de agora podo dicir que me foi bastante ben en todo». Claro que sí.

Nació en el lado coruñés de la frontera, en Santiso, pero en la raya con Lugo. Con su carácter no podía limitarse a conseguir configurar una finca de 256 hectáreas en la provincia vecina o en esta; mejor, a caballo entre las dos, para complicar más el proceso. Ocupa terrenos de la parroquia de Barazón (Santiso) y Mácara (Palas de Rei), donde está ubicada la casa en la que vive. Pero también compró fincas de vecinos del lugar de Basadre (Pontevedra) que estaban del lado lucense.

Consiguió reunir esa extensión de terreno en solo dos años, entre 1975 y 1976, recién regresado de la emigración. Se encargó de acondicionarla y montó una granja de producción de leche con 76 vacas que trajo en dos aviones desde Inglaterra. Hoy tiene 300 y hace cuatro años se pasó a la ecológica, que vende directamente a un joven envasador de Melide, del que por el momento es único abastecedor.

«Emigrei a Barcelona aos 17 anos coa intención de traballar e de estudar, e botei alí 18, pero tirábame o sector primario e víñenme». Comenzó como peón en una empresa de montajes metálicos, en la que llegó a encargado general. «Como xa non podía mellorar máis, decidín establecerme pola miña conta porque tiña 26 anos e tamén tiña contactos, e foime bastante ben». Para controlar mejor el tinglado estudió delineante mecánico y cuando surgió en su interior la fuerza del sector primario, más que la morriña, les regaló la empresa a los encargados y se vino a Galicia.

La fuerza principal

«A forza principal que sempre me atraeu foi o sector primario, por iso estou na gandeiría e na acuicultura». Porque cuando ya tenía la granja de vacas emprendió un vuelo rasante por la costa con ojo de águila. Se fijó en la ría de Ortigueira para poner sus huevos (valga la expresión) y, siempre a lo grande, compró 63 hectáreas, de las que dedicó 18 a canales para engordar almejas. Era el año 1983 y se centró en un tipo de producción que no había: compraba, y compra, la cría en un vivero de Santander con cuatro o seis milímetros y lleva a cabo el proceso de crecimiento hasta que tienen entre 11 y 15, tamaño al que le vende la producción a cofradías y a otras empresas para el engorde final en las rías.

Desde que tiene la granja de ganado es un activo líder sindicalista, fundador de la Unión Sindical Agraria (Usag), de la que, lógicamente, es presidente. A poco que le dejen un micrófono o una tribuna Leandro da caña a quien haga falta. De militancia política dice no querer saber nada porque «os gandeiros non somos de dereitas nen de esquerdas, somos das vacas». Afirma que Fraga tuvo la ocasión única de poner el campo al día porque tuvo poder, dinero y tiempo, pero lo dejó todo sin hacer. «A Xunta de Fraga levou os gandeiros ao paredón, a de Touriño disparou e a de Feijoo retira os cadáveres».

Los políticos se aguantan y callan, pero a su sindicato no le dan un euro en ayudas y a el no le abonan los 320.000 que le adeudan por subvenciones a la ganadería ecológica.