Seis salas chairegas que son historia

Antonio Cendán

LUGO

La comarca de Terra Chá perdió todos los cinematógrafos que triunfaron en los años 50. Las salas de Guitiriz y Trasparga tenían capacidad para 200 personas

16 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La cinematografía fue la más selecta forma de disfrutar del ocio en épocas ya algo lejanas. Sin embargo, esta aseveración hoy en día ha quedado obsoleta. Muchos jóvenes no han pasado nunca por una sala de proyección cinematográfica, es más, algunos ni siquiera saben lo que son. El séptimo arte se disfruta a través de un vídeo club o se descarga a través de Internet. Estas son las formas más frecuentes de nuestra juventud de acercarse al mundo del cine, una de las principales fuentes de la época contemporánea. También les suenan ya lejanos nombres como Marlon Brando, Frank Sinatra, los entrañables hermanos Marx o Marilyn Monroe. Mientras que los españoles, entre ellos Paco Martínez Soria o Manolo Gómez Bur tal vez crean que se traten de ministros del anterior Régimen. Fue precisamente en esa época, en los años cuarenta y cincuenta cuando la cinematografía alcanzó su cénit en la comarca chairega.

Hasta la Posguerra los chairegos solamente contaban con una clásica sala de cine, el Teatro Villalbés, inaugurado en el año 1918, que, a pesar de ser el primero en abrir sus puertas, también fue el último en cerrarlas, concretamente en 1992. El edificio, un emblema de la moderna capital chairega, desaparecería en el año 2000 para levantarse, en el lugar que ocupaba, un moderno inmueble de los muchos que, como plaga de langosta, pueblan ya la capital de Terra Chá. Por su pantalla pasaron grandes obras maestras de la cinematografía.

La capital de la comarca contaría con otra sala más en los años cuarenta y hasta mediados de los sesenta, el denominado ?Cine Parroquial, gestionado por entidades próximas a la iglesia católica.

La segunda sala de la comarca abriría sus puertas al público en Guitiriz, en el año 1940, siendo propiedad de Manuel Lens. También en el confín chairego se inauguraría en 1945 el cine Tomé, en Trasparga. Ambos cerrarían sus puertas de forma definitiva a finales de los años sesenta. Destacaban por su aforo, ya que se aproximaban, en los dos casos, a las 200 personas. Asimismo por su amplia cobertura geográfica, ya que a ellos se acercaban gentes de los concellos de Begonte y Xermade, así como otros que venían de zonas limítrofes tales como Aranga y Curtis, ya en la provincia de A Coruña. Las películas podían verse sábados, domingos, festivos y días de feria. La oferta era de lo más variada.

En 1950 continuó incrementándose el número de locales destinados a la proyección cinematográfica. En este año se inauguró el cine Man, de Rábade, que estaría abierto durante más de veinte años, siendo propiedad de Antonio Montes, en tanto que al año siguiente en la capital de Cospeito, Feira do Monte, se inauguraría el Imperial Cinema. Su promotor fue el empresario José Carballeira. Este edificio cuenta con la particularidad de que es el único que todavía queda en pie y conserva su estructura prácticamente igual que el día que cerró. Algunas de las viejas salas de proyección están irreconocibles, ya que han sido reconvertidas en viviendas o negocios.