Piden que la biomasa beneficie al medio rural y no a los «cazaprimas»

Xavier Lombardero REDACCIÓN

LUGO

La madera debería quedar fuera del uso energético para evitar distorsiones en el mercado Asefoga quiere que las nuevas plantas sólo puedan quemar matorrales, cortezas y restos de podas

10 mar 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

? la espera de que el Gobierno fije el porcentaje de subvención que recibirá la producción de energía a partir de la quema de biomasa -se espera una notable mejora en esta renovable en detrimento de las ayudas a la eólica-, cunde la preocupación en industriales y propietarios de la madera sobre el impacto que tendrá la entrada del sector energético en su mercado. El anuncio de las consellerías de Industria y Medio Rural de impulsar siete nuevas plantas de combustión de biomasa es bien recibido por la patronal Monte Industria y representantes de silvicultores como la Asociación Forestal de Galicia o Asefoga, con matices. El peligro de una «guerra» entre la industria de la madera, que podría quedar desabastecida, y el lobby energético si dicha quema no se restringe a restos de podas, cortezas o matorrales y alcanza árboles que hasta ahora se destinan a pasta, tableros o muebles, podría ser real. «Se queren primar o aproveitamento da biomasa teñen que tomar medidas para que a madeira a queimar sexa realmente residual e articular un mecanismo de supervisión por un terceiro que asegure a trazabilidade, pois senón vai competir o sector enerxético coa industria forestal e ista entrará en crise», señala Jacobo Feijoo, de la Asociación Sectorial Forestal de Galicia (Asefoga). La entrada de un nuevo comprador de productos del monte gallego puede resultar en principio positiva pero recuerdan que la transformación de la madera genera más puestos de trabajo. Galicia produce la mayor parte de la madera que se corta en toda España, unos siete millones de metros cúbicos al año. Feijoo cree que todo dependerá de la subvención a la generación eléctrica con biomasa, si se equipara con la que recibe el kilovatio eólico, y las condiciones de la licencia a estas nuevas plantas. Recuerda que una medida similar puesta en marcha en Alemania y Austria acabó por arruinar plantas de producción de tablero y en Italia se considera fracasado el sistema una vez que han pasado a importar de Brasil cargamentos de astillas, en un trasiego marítimo nada ecoeficiente. «De boas intencións está o inferno cheo e isto pode xerar un efecto rebote», precisa. Si no se centra en los residuos, la quema de biomasa, que además genera emisiones de CO2, podría caer en lo que ya ocurre con los cultivos energéticos para biocarburantes, pues la competencia por el trigo o maíz encareció productos de alimentación. El coste de recoger, procesar y transportar la biomasa desde el monte hasta las plantas se estima en 90 euros por tonelada, y hoy puede conseguirse madera más barata. Esto podría desincentivar inversiones de los propietarios en un monte de calidad, bien ordenado y cuidado durante años. Duda de que así se desincentiven los incendios pues la madera quemada y reseca es ideal para la combustión. En todo caso, cree que el impulso al uso energético de la biomasa, al igual que la energía solar fotovoltaica o los nuevos parques eólicos, deben beneficiar sobre todo a los vecinos y explotaciones del medio rural. Ante la picaresca La industria de aserraderos y rematantes de madera ya aventuró tiempos difíciles que exigen mejoras competitivas. Monte Industria, que representa al sector de tableros y pasta de celulosa, coincide con Asefoga en pedir que las plantas de biomasa se centren en residuos forestales y no compren madera para quemar aprovechando las ayudas públicas. «Corren todo tipo de rumores -explica Juan Picos-, sobre qué hará el Gobierno, quien fija la prima y la tarifa. Debería exigirse una trazabilidad para certificar lo que se está quemando, pues en caso contrario podría surgir la picaresca de acudir a la madera más cara y accesible; de momento parece que hay peticiones para que se pueda combinar también un 20% de combustión de fuel en esas plantas, y otras estrafalarias para subvenciones a supuestos cultivos energéticos forestales. Esperamos que haya un método de control suficiente y subvenciones distintas». Para el 2010 el Ministerio de Industria esperaba que Galicia utilizase 74.160 toneladas de residuos forestales y otras 88.160 toneladas de residuos de las industrias forestales. El bajo rendimiento energético en comparación con otros combustibles fósiles o la necesidad de una logística y tamaño mínimo en las instalaciones son barreras a superar con la biomasa forestal, que debería estar disponible en cantidad, calidad y precio, con contratos tipo para su adquisición.