La Cámara de Comercio y la patronal lucense donaron fondos para el Ejército y la Guardia Civil Varios oficiales relevaron al coronel Caso, al que acusaron de actitud pasiva
22 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.HOTEL MÉNDEZ NÚÑEZ. El hotel, situado en la actual Rúa da Raíña, se llegó a convertir en prisión vigilada para el coronel Caso, retenido al ser acusado de muy pasivo en los primeros días del alzamiento SANATORIO. En este hospital trabajaba el doctor Rafael de Vega Barrera, cuando fue detenido por falangistas Con dificultad se recibe en los receptores lucenses la locución de Francisco Franco, que ya empieza a actuar como el jefe del alzamiento. Radio Tetuán sirve de inspiración a la prensa y reproducen su discurso. Por fin los sublevados son conscientes de que no están ante un golpe al estilo de los del siglo anterior, sino que al no triunfar en las principales zonas industriales y capitales importantes, se inicia una guerra de impredecibles consecuencias. Este día se crea la Junta de Defensa Nacional en Burgos. De acuerdo a la rígida jerarquía castrense, el general más antiguo, Cabanellas, será el presidente, junto a Mola, Franco, Saliquet, Ponte y Dávila así como los coroneles Montaner y Moreno Calderón. La ciudad se ha mantenido en una tranquilidad expectante, sin saber la gravedad de la situación. Se avisa a las familias de los falangistas que sus hijos estarán a lo sumo dos días más fuera de casa. Premios y castigos Mientras, y por si quedaráaalguna duda de los apoyos civiles al alzamiento, la Cámara de Comercio, la asociación patronal, la Agrupación de Patronos y la Sociedad de Comerciantes e Industriales y Detallistas acuerdan anticipar las cantidades monetarias suficientes para garantizar el abono de sueldos y gratificaciones a todas las fuerzas armadas, tanto del Ejército como de la Guardia Civil, Carabineros, Policía y Seguridad, en caso de no ser recibidos a tiempo los correspondientes libramientos. Ángel Carro Crespo, como Presidente de la Cámara de Comercio, envía a la Comandancia Militar 120 cajetillas de cigarrillos, para su distribución entre las fuerzas que prestan servicio; este gesto lo complementa el propietario de La Mueblería Americana, Jesús Pérez Rubio, que en persona distribuye café y coñac entre los sublevados. Otros lucenses secundan estas acciones en particular con los elementos del Ejército y Falange que hacen rondas nocturnas. Mientras se detiene a los componentes de partidos de Izquierda y sindicalistas que son considerados potencialmente peligrosos, otros intentan ocultarse, como Jacinto Calvo (presidente de la Casa del Pueblo) o Ánxel Fole. Para inducir a los huidos a deponer su actitud, el coronel Caso da la orden de dejar libre al presidente del gremio sindical de camareros, Manuel Gómez, alabando su excepcional comportamiento y hombría de bien, ya que los miembros de su sindicato no se habían dejado seducir por la convocatoria de huelga general y han respetado el bando militar. Orden de movilización Aunque desde los primeros días, algunos voluntarios y licenciados se han sumado de forma espontánea al levantamiento, la llegada del telegrama con la orden de movilización desde A Coruña convoca a los reemplazos desde 1931 a 1934 y al primer llamamiento de 1935. Los jefes y oficiales que estuviesen retirados, forzosamente por la Ley Azaña o por cualquier otro motivo, se incorporarán de forma inmediata. A esta orden se le da máxima publicidad, utilizando la emisora Radio Lugo para ello, advirtiendo a los que no se incorporen que se considerarán desertores y se les aplicará la máxima pena de la legislación militar. Voluntarios y forzosos incorporados a las unidades militares son uniformados convenientemente para realizar patrullas, al objeto de evitar confusiones que podrían ocasionar enfrentamientos entre los propios militares. Por la Porta de San Fernando entra la Segunda Batería de Costa de El Ferrol, al mando del capitán Areñas Molina. Ya han mantenido enfrentamientos en la ciudad departamental y su jefe viste mono de campaña y pistola al cinto. Una multitud les aclama en la ciudad con los gritos que se utilizan en estos días: «¡Viva España!», «!Viva la República!». Areñas se reúne con los sublevados y éstos le hacen conocedor de la actitud más bien pasiva del coronel Caso, que ha dejado en libertad a muchos elementos considerados peligrosos, limitándose a leer bandos y a vigilar sedes de partidos, mientras que el relevado gobernador civil y el alcalde están en libertad. Esta situación enfurece al capitán y entra en el despacho del coronel Caso diciéndole enérgicamente: «mi coronel, aquí se ha acabado la vaselina, como no actuemos con energía esto se nos va de las manos». El coronel Caso se siente víctima de un acto de insubordinación y le ordena salir del despacho indicándole su intención de detenerle. Areñas, pistola en mano, se arroja sobre el coronel que intenta sin conseguirlo sacar su arma reglamentaria. La algarada provoca que los oficiales que están en la antesala entren y detengan al coronel Caso. Transcurridas unas horas se le permite ir a su alojamiento en el Hotel Méndez Núñez, donde permanece vigilado y controlado de forma discreta. Este golpe de timón supone el comienzo de la tormenta represiva. Lo primero será nombrar jefe de la guarnición al teniente coronel Velayos Valenciaga y proceder a sustituir a los cargos republicanos y encarcelarlos. Lo que vino después fue un baño de sangre.