«O xabaril fíxonos perder ao redor de 400.000 euros en dez anos»

Carlos Cortés
carlos cortés CHANTADA / LA VOZ

TABOADA

ROI FERNÁNDEZ

Ganaderos de Taboada, desesperados por los destrozos que sufren en sus fincas

20 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Arias y sus compañeros de la sociedad agraria de transformación (SAT) Seixas, en Taboada, tiene las cosas claras. Hace quince años vieron que les convenía asociarse para crecer. Crearon la SAT en el 2004 y en los cinco años siguientes asentaron el proyecto, con instalaciones, la maquinaria y la base de pradería necesaria para incrementar su cabaña ganadera. Hoy tienen una buena dimensión y facturan por encima de los 900.000 euros, pero algo les quita el sueño, y no son precisamente los vaivenes del mercado de la leche. O al menos eso no es lo único. Lo que los desespera son los destrozos que provocan los jabalíes en los terrenos que tienen preparados para pasto o plantados con maíz. «A gandería en Galicia leva sesenta anos pasando por crises cíclicas -dice Manuel Arias-, a que nos toca agora é a crise do xabaril».

Los ganaderos que forman parte de la SAT Seixas se dieron de cabeza contra la crisis del jabalí en el 2008, el año que decidieron introducir el maíz forrajero en la alimentación de su ganado. Si lo plantaban ellos mismos podían ahorrarse hasta un 40% de lo que les suponía comprarlo. Las cuentas salían, pero porque no habían incluido al jabalí en la ecuación. Aquel año perdieron el 70% de lo que habían plantado. «Foi unha catástrofe», resume Arias.

Después de aquello, decidieron pedirle ayuda a los cinco cotos de caza que tienen terrenos cerca de sus prados. Ellos aseguran que no consiguieron nada más que burlas e incluso alguna reacción amenazante. En vista de que los cazadores no les iban a solucionar el problema, intentaron arreglarlo ellos mismos blindando sus terrenos. En los años sucesivos efectuaron una importante inversión en pastores eléctricos y vallados. En el 2009, compraron un todoterreno y contrataron a un trabajador para que les vallase todas las fincas durante el invierno, antes de que llegase el momento de plantar el maíz.

Pastores eléctricos destrozados

De poco les ha servido. En la mayor parte de los casos, los pastores eléctricos no logran frenar a los jabalíes, que los destrozan. Lo mismo pasa con los cierres convencionales, así que últimamente se han decidido a colocar malla de cierre para ovejas, más tupida, pero rodear con eso sus cien hectáreas de terreno supone una inversión muy fuerte.

Estos problemas les suenan a conocidos a prácticamente todos los ganaderos. Pero la SAT Seixo está en una especie de zona cero del jabalí. Taboada y el resto de los municipios de la comarca de Chantada se cuentan entre los que más destrozos sufren por las incursiones de estos animales silvestres en plantaciones de maíz, pastos y huertas. Pero es que además sus fincas no están rodeadas de otros pastos, sino de monte, el hábitat del jabalí.

En el conjunto de la provincia de Lugo, algunos cálculos apuntan a que durante el 2018 los jabalíes provocaron destrozos en más de mil fincas, que en conjunto suman un coste de cinco millones de euros.

La SAT Seixas también hizo su particular aportación a ese balance. Sus propietarios han hecho cuentas y les sale que desde el 2008 sufrieron daños directos por valor de 240.000 euros a causa de las incursiones de estos animales. Es el resultado de multiplicar los 1.200 euros que cuesta de media plantar una hectárea de maíz por las aproximadamente veinte hectáreas que pierden cada año. Si a esa cantidad le suman el coste de los vallados y los pastores eléctricos -llevan comprados veinticinco-, y el de las reses que tienen que sacrificar porque se contagian de tuberculosis porcina, la cifra final es bastante mayor. «Sumando todo -apunta Arias-, o xabaril fíxonos perder ao redor de 400.000 euros en dez anos».

En la SAT Seixas le han escrito a la Consellería de Medio Ambiente para exponer su parte de este problema y reclamar soluciones globales. «As perdas son cada ano millonarias e irrecuperables, e en moitos casos irreversibles, porque provocan o peche de explotacións», explican en esa carta. Es una realidad, la de la crisis del jabalí, a la que aún no se le ve el final.