Noche de fuego, día de fiesta

La Voz

TABOADA

La Queima das Fachas de Castelo precedió a las romerías de O Faro, Cadeiras y A Ermida

09 sep 2016 . Actualizado a las 22:41 h.

La espectacular Queima das Fachas de la parroquia de Castelo -en Taboada-, precedió en la noche del miércoles a las multitudinarias romerías que se celebraron ayer en los municipios de Chantada, Quiroga y Sober. Siguiendo la tradición, los vecinos de Castelo elaboraron una treintena de grandes antorchas con tallos de la planta conocida en la zona como agucio -asfódelo o gamón blanco en castellano- y las colocaron en círculo en la cima del castro que domina la localidad, donde les plantaron fuego hacia las once de la noche.

Al día siguiente, ayer por la mañana, numerosos romeros se dieron cita en torno al santuario chantadino del monte Faro. El incendio que quemó la zona el pasado lunes se acercó a la ermita, pero no llegó al camino por el que muchos fieles recorren de rodillas el último tramo de la subida. La tradición pudo así renovarse ayer sin problemas, así como la de recoger agua en la Fonte da Virxe, camino del santuario. El principal acto religioso que se celebró por la mañana en el lugar fue una misa oficiada por el obispo lucense Alfonso Carrasco.

Mientras tanto, otra muchedumbre rodeaba el santuario soberino de Cadeiras, al borde del cañón del Sil, donde se celebró la romería de los Remedios. El plato fuerte del festejo es una animada comida al aire libre que un gran número de personas compartió en el entorno del templo, algunos guarecidos bajo cobertizos de piedra y otros a pleno sol. Afortunadamente, el tiempo de la jornada de ayer fue considerablemente más moderado y fresco que el de los días pasados.

También se celebró la romería de los Remedios en la parroquia quiroguesa de A Ermida, un festejo considerado como uno de los de mayor interés etnográfico e histórico de la provincia gracias a la participación de los típicos personas de las Pampórnigas y el Meco, que acompañan tradicionalmente la procesión de la misa mayor. Tras escoltar la imagen de la Virgen hasta la puerta de la iglesia, las altas Pampórnigas se dieron un descanso mientras el diabólico Meco atacaba burlescamente a los presentes con una escoba de tojos y se agachaba para recoger las monedas que le arrojaba al suelo.