




Sus pacientes le montan una fiesta sorpresa de jubilación a Rosa Rodríguez, médica en el centro de salud de un barrio de A Coruña
16 may 2025 . Actualizado a las 17:14 h.Ella quería cerrar su etapa laboral de manera discreta. Colgar la bata, decir adiós a sus compañeros del centro de salud e irse a descansar a casa. Pero cuando llevas 35 años repartiendo cariño y salud, la gente quiere devolverte esa dedicación. «Me operé de cáncer hace unos años y me vino a ver al hospital un sábado», comentaba esta semana una de las pacientes de la doctora Rosa Rodríguez Álvarez, que trabajaba como médica en el centro de salud del barrio de Adormideras y acaba de jubilarse. Rosa vive en A Coruña, pero es de Sober.
Este miércoles, a la una de la tarde, sus pacientes se arremolinaron en torno al centro de salud. Un ramo de flores y un ramillete de sonrisas se llevó la doctora a la que todo el mundo adora. En su último día de trabajo también recibió un cuaderno de dedicatorias de sus pacientes y uno de ellos, Gonzalo Castaño, le leyó un poema escrito por él..
Rosa Rodríguez se crio en Sober, de donde es toda su familia, pero empezó su carrera profesional en el servicio de urgencias del actual Chuac y en 1990 se convirtió en una de las pioneras del centro de salud de Adormideras, donde trabajó desde entonces. En todo caso, siempre ha mantenido mucho contacto y muchos amigos en su Sober natal.
Dicen que ella no sabía nada de esta sorpresa en la que su enfermera de toda la vida, Gena, fue el cebo y la cómplice de los vecinos-pacientes. Rosa demostró durante años su gran ojo clínico, pero no olfateó la sorpresa final, y eso que hubo personas que pidieron cita el último día, pero no para renovar recetas, sino para darle las gracias.
Cuando salió del centro de salud y vio lo que le esperaba quiso darse la vuelta y se puso a llorar. «Lloramos todos», confirma otra de las asistentes. Su marido también es médico y tiene un hijo urólogo que ojalá siga los pasos de su madre en lo que a cercanía y humanidad se refiere.