José María Lago, escritor: «Lo que caracteriza a Sober es que aquí no tuvo casi ningún peso la hidalguía»

SOBER

Lago acaba de publicar un libro de investigaciones y reflexiones sobre el municipio en el que reside desde hace 15 años
09 feb 2024 . Actualizado a las 10:41 h.Hace casi quince años que el escritor y editor José María Lago Bornstein (Madrid, 1955) decidió afincarse en Sober. El libro que acaba de publicar, Un recorrido por las parroquias de Sober, recoge sus investigaciones históricas sobre este municipio y sus reflexiones sobre los problemas que padece.
—¿Qué le llevó a escribir este libro?
—Con el tiempo que llevo viviendo aquí, me he dado cuenta de que estoy presenciando el final de una etapa que viene de lejos. El libro es una reflexión sobre los problemas más evidentes del municipio, en primer lugar la despoblación, pero también sobre el hecho de que se están difuminando la vida social y la forma de ser tradicional de las parroquias, que en este territorio tiene una características que las diferencian de otros lugares.
—¿Cuáles son las singularidades de Sober, a su juicio?
—Lo que más caracteriza a Sober y que lo distingue de Pantón o Chantada, por ejemplo, es que aquí la hidalguía no tuvo casi ningún peso. Si se exceptúa la Casa Grande de Rosende y alguna otra, en Sober no hay pazos. En todo el municipio no se ve una sola sepultura señorial con blasones y arcosolios como hay en otros lugares. En cada parroquia había una o dos casas más importantes que dinamizaban la producción agraria, pero eran casas de origen campesino, no de la hidalguía. Con las iglesias pasa lo mismo. Hay algunas iglesias menores de origen románico, como las de Pinol y Lobios, pero no se ven grandes iglesias como las de Eiré o Pombeiro, en Pantón. Ese hecho ha tenido mucha influencia en las relaciones de propiedad, en la economía, en la forma de relacionarse entre los vecinos... A finales del siglo XVIII Sober tuvo un desarrollo económico importante, pero de origen campesino y no señorial.
—¿Qué período histórico abarca su estudio?
—He estudiado sobre todo la época que va desde el siglo XVIII hasta la actualidad, aunque también hago referencias a épocas anteriores. He tomado como base el antiguo arciprestazgo de Amandi, que abarcaba más o menos todo el municipio actual. Como demarcación eclesiástica no existe, porque hace mucho que fue englobado por el arciprestazgo de Ferreira de Pantón y más tarde por el de Monforte, pero sigue teniendo vigencia como entidad territorial compacta y homogénea, con una idiosincrasia propia. Para el estudio histórico me he basado en los libros de fábrica de las parroquias y en investigaciones que realicé anteriormente para mi libro La escuela de Proendos, que se publicó en el 2013.
—¿Qué importancia han tenido las parroquias en la vida local?
—Una importancia muy grande, consustancial, que se ha mantenido hasta hoy, como pude comprobar durante los años que he estado viviendo aquí. Lo que pasa es que ahora prácticamente no quedan curas. Hace unos cincuenta años había un cura para cada una de las 22 parroquias del municipio. Cuando vine a Sober ya solo eran cuatro o cinco y hoy solo quedan dos, que tienen 88 y 81 años, y no hay relevo. Me pregunto qué va a pasar cuando ya no puedan ejercer. Los párrocos han tenido un peso muy fuerte en la vida local y no sé en qué medida la gente es consciente de que no es fácil sustituir esa figura.
—El subtítulo de su libro es «Pasado / Presente / ¿Futuro?». ¿Cómo ve el futuro de Sober?
—Creo que hay suficientes elementos objetivos para encender la luz de alarma. Ya son bastantes las aldeas vacías en el municipio, algunas están muy deterioradas, con las casas arruinadas e invadidas por la vegetación. En otras se mantienen las casas en buen estado, pero los propietarios viven fuera y las aldeas se quedan sin vida. No sé si las medidas que se puedan tomar ahora serán suficientes para revertir esta situación. La gente es consciente de este problema, pero no se está haciendo nada para remediarlo. Es algo parecido a lo que ocurre con el cambio climático.
—¿Qué cree que se debería hacer?
—Lo más importante ahora es conseguir que venga gente a vivir aquí para frenar el abandono del rural, pero ese es un problema de las administraciones. Yo creo que vendrá gente a Sober y a otras partes de Galicia, sobre todo por efecto del cambio climático. Estamos viendo los problemas de falta agua que hay en otras zonas y afortunadamente Galicia, hoy por hoy, ofrece unas condiciones muy amables en ese sentido. Pero hay que conseguir que la gente que venga se adapte a una sociedad consolidada desde hace mucho tiempo, con su idiosincrasia y sus propias tradiciones culturales.