Ganaderos de O Incio sufren más ataques de lobos desde los incendios

Carlos Cortés
Carlos Cortés MONFORTE / LA VOZ

O INCIO

Montes de O Courel quemados en los incendios del pasado julio, en una vista desde la carretera de Campodola a Vilar.
Montes de O Courel quemados en los incendios del pasado julio, en una vista desde la carretera de Campodola a Vilar. ALBERTO LOPEZ

Una granja de vacas cachenas de Trascastro ha perdido 14 reses en lo que va de año

13 nov 2022 . Actualizado a las 16:51 h.

Los incendios de este verano en O Courel están aumentando la presión del lobo sobre la ganadería en las zonas cercanas a la que resultó quemada por el fuego. Eso es al menos lo que piensan ganaderos como los propietarios de una granja de vacas cachenas de la parroquia de Trascastro, en O Incio, que han perdido ya catorce reses en ataques que ellos atribuyen a este animal. Diez de estas bajas las sufrieron después de julio, que fue cuando se produjo el gran incendio que carbonizó 13.000 hectáreas de monte en los municipios de Folgoso do Courel, A Pobra do Brollón y Quiroga y que llegaron a alcanzar también algo de territorio limítrofe de Samos y O Incio.

«Desde este verán a aquí hai unha poboación de lobo fóra do normal», asegura Adrián Armesto, que trabaja con su padre en la explotación afectada y además es propietario de otra similar situada a menos altura que no ha sufrido todavía ningún ataque. Él ve los lobos de vez en cuando en los momentos en los que está trabajando en el monte y desde su casa los oye aullar por las noches. «Agora o normal é oílos practicamente todas as noites», insiste. De todas formas, el mejor contador es la frecuencia con la que pierden vacas.

Las montañas de O Incio son tierra de lobos desde siempre, así que los ganaderos de la zona ya cuentan con esa amenaza. Antes de que llegasen el verano y el enorme incendio de la segunda quincena de julio ya se producían ataques. En la primera mitad del año, la granja de su padre, denominada Vacas de Chandeiros, perdió algunos becerros en ataques atribuidos a los lobos. Pero Adrián Armesto asegura que desde agosto a ahora el ritmo de estos sucesos se ha incrementado: «O 70% de todos os ataques de lobo que sufrimos no que vai de ano sucederon despois de agosto».

Él no tiene duda de que este incremento de la actividad del lobo en los montes de Trascastro tiene que ver con lo que pasó en la Serra do Courel. Le parece lógico pensar que un incendio de esta envergadura haya provocado movimientos en las poblaciones de grandes mamíferos silvestres antes asentadas en el territorio que ahora está carbonizado.

El caso es que los que están pagando las consecuencias son las explotaciones ganaderas, sobre todo las que, como estas dos de Trascastro, trabajan en extensivo, con el ganado al aire libre y no estabulado de forma permanente.

Las reses de la granja Vacas de Chandeiros viven al aire libre, pero en un terreno rodeado por vallas electrificadas. A pesar de todo, el lobo se las ingenia para alcanzarlas, porque todos los ataques que sufrieron este año se produjeron dentro de la zona vallada.

Un recinto mejor protegido para meter las vacas durante la noche

Explotaciones de ganadería extensiva como las que gestionan Adrián Armesto y su padre en Trascastro están especialmente indefensas ante los ataques de animales silvestres. El territorio en el que pastan sus vacas suma alrededor de cien hectáreas, entre los pastos de Vacas de Chandeiros, la que está más en el monte, y los de Eco Trascastro, a menos altura y más cerca del pueblo. La más alejada de las casas tiene 75 cabezas de ganado y es la que ha sufrido todas las bajas de este año. Los ataques de lobos le han hecho perder a esa explotación casi el 20% de las reses con las que había empezado el año.

La única medida que han podido tomar para tratar de parar esta sangría es habilitar un recinto de tamaño reducido y bien protegido en el que ahora meten sus vacas todas las noches. «Fixemos —explica Adrián Armesto— un curro rodeado con malla para que as vacas estean máis protexidas polo menos durante a noite». Buscar a sus animales y conducirlos a diario hacia este curro les supone un trabajo extra evidente, porque las vacas están dispersas en una extensión de terreno considerable.

Por cada una de las pérdidas que han podido certificar este año han cobrado las compensaciones económicas estipuladas por la Xunta. Las que se quedaron sin certificar son casos de vacas desaparecidas, pero de las que no fueron capaces de encontrar sus restos.

Las explotaciones ganaderas de Adrián Armesto y su padre son la base del proyecto de la aldea modelo de Trascastro, una iniciativa avalada por la Consellería de Medio Rural y el Ayuntamiento de O Incio que permitió agrupar terreno agrario en desuso para que estas dos granjas extensivas pudiesen tener pasto suficiente.