Un coleccionista de títulos de O Incio

luis conde MONFORTE / LA VOZ

O INCIO

VICTOR SALGADO

El entrenador de hockey del Barça, Edu Castro, con raíces en este municipio, suma trece copas

18 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Ribeira Sacra es cuna de deportistas que triunfan en la élite. Es el caso de Edu Castro, entrenador del equipo de hockey del FC Barcelona, cuyas raíces son de O Incio y de A Pobra do Brollón. Sus padres, Amelia Junquera y Roberto Castro, eran naturales de las parroquias de A Ferrería y Recemunde, respectivamente.

Si bien el técnico azulgrana nació en Vigo -sus padres dejaron la comarca para instalarse en la ciudad olívica-, siempre fue un asiduo de O Incio hasta los 16 años. «Veníamos tres veces al año, y en verano me quedaba los tres meses con mi tía en la Casa do Maestro en A Ferrería. Disfrutaba muchísimo, porque íbamos a todas las fiestas de la comarca, y me gustaban especialmente las patronales de Monforte y los paseos por el Cardenal», señala Castro.

A principios de los años sesenta sus padres decidieron emigrar a Barcelona. Allí, su progenitor se empleó en la Seat. Después de estudiar, Edu Castro comenzó a ganarse la vida como abogado en su propio despacho en la calle Urgell. Pero se dio cuenta que lo que realmente le tiraba era el hockey, deporte que comenzó a practicar en Bellvitge. «Tendría 12 años, y fue en el colegio de los jesuitas Juan XXIII donde me enganché al hockey. Fue a raíz de un partido que disputó el Español, que jugaba en Primera Nacional», añade Castro.

Como jugador estuvo en el Esplugues, Hospitalet y Barcino, y como técnico dirigió al Sants, Esplugues, Cubellas, Vilafranca y Noia Freixenet. En el 2004 fichó por el Barça, club en el que cumple su decimoséptima temporada.

Primero trabajó con el equipo júnior, después ejerció de segundo entrenador con Fernando Pujalte y Ricard Muñoz. Fue en el 2017 cuando el mánager de la sección, Toni Miró, le comunicó en el hotel NH Atlántico en A Coruña en la previa de un Liceo-Barça que era el elegido para dirigir al primer equipo. «Al momento ya le dije que aceptaba la propuesta. Nunca me imaginé que sería entrenador del Barça», recuerda Castro.

La elección fue la correcta, puesto que el técnico de O Incio está cumpliendo con creces. Suma un total de trece títulos. Llama la atención el hecho de que su carrera como jugador fuera corta. «Lo mío no era jugar. Tenía más vocación de entrenador. Comencé a entrenar con 16 años, y fue a los 23 cuando me incliné solo por esa labor, porque antes combinaba las dos facetas de jugador y técnico», añade.

Un embajador de su tierra

Edu Castro está orgulloso de sus raíces de O Incio. «La ilusión de ser gallego y de un municipio como este no tiene precio. Tengo morriña, y estoy contento de haberme reencontrado con mis orígenes en los últimos años gracias a la Peña Barcelonista Val de Lemos», afirma el técnico azulgrana.

Recuerda con emoción su infancia. «Cuando nos preparábamos para venir de vacaciones sentíamos una emoción tremenda. Recuerdo cuando veníamos en coche por la antigua N-120 a la altura de Quiroga que mi padre nos ponía canciones de Amancio Prada. Era una pasada», asegura.

Hace pocos años descubrió que su amigo y técnico del Liceo, Juan Copa, también era de O Incio. Precisamente, ambos estudian la posibilidad de promocionar el hockey en la zona sur de la provincia. «En el partido que nos enfrentó en el Palau hablamos de la posibilidad de darle forma a un proyecto en la Ribeira Sacra. La idea es seguir hablando, y cuando esté madurada la idea hablar con el Ayuntamiento de Monforte», comenta Castro.

El técnico blaugrana destaca las prestaciones de este deporte. «El hockey me da felicidad. Estamos hablando de un deporte rápido y atractivo, que te obliga a pensar rápido. Si tu te equivocas tus jugadores te corrigen, y hay que destacar la importancia que tiene en el aspecto pedagógico», dice.

Le gusta la lectura. Ahora está con la obra de Anxo Fole, con el apartado que dedica a O Incio. No se olvida del pulpo á feira, ni de los chorizos de su tía Genita. Edu Castro no descarta vivir en su tierra cuando se jubile. «Todo es posible. Si al final concretamos el proyecto de hockey en la zona puede influir», concluye.