Carlos Cortés
Lilia Foggia murió en el 2016 dejando una herencia millonaria en forma de propiedades inmobiliarias, dinero en metálico y joyas. Hija de un italiano que hace un siglo puso en marcha un lucrativo negocio de fabricación de calzado en Monforte, murió sin descendencia y en vida había dejado claro y por escrito quién tenía que ser el beneficiario de esa herencia. En su testamento dejaba encargada la formación de una fundación dirigida por un patronato presidido por el alcalde de Monforte para que su dinero fuese invertido en servicios sociales para la tercera edad. Seis años después del fallecimiento de la última de los Foggia, el riesgo de que su última voluntad no se pueda cumplir es muy alto. La corporación municipal de Monforte votará el lunes la renuncia del Ayuntamiento a esa herencia. Sería un final inesperado para un procedimiento que es complejo y cuyos protagonistas tienen versiones enfrentadas, pero en el que hay claves que ayudan a entenderlo.