Llega a juicio cuatro años después la paliza al dueño del bar Aturuxo

Carlos Cortés
Carlos Cortés MONFORTE / LA VOZ

MONFORTE DE LEMOS

El bar Aturuxo, cerrado y con su cristalera tapada con papel, a la mañana siguiente de producirse la agresión
El bar Aturuxo, cerrado y con su cristalera tapada con papel, a la mañana siguiente de producirse la agresión ROI FERNÁNDEZ

Ls Fiscalía pide cuatro años y medio de cárcel para la clienta que dejó inconsciente a golpes con un taburete al dueño de este negocio de hostelería de Monforte

22 oct 2021 . Actualizado a las 23:36 h.

La mujer que propinó una paliza hace casi cuatro años al propietario de un bar de Monforte se sentará la semana que viene en el banquillo de los acusados. La Fiscalía pide para ella cuatro años y seis meses de prisión como responsable de un delito de lesiones con instrumento peligroso. El suceso ocurrió de madrugada cuando en el local no estaban más que ellos dos y la mujer se marchó después de dejar a la víctima tirado en el suelo, inconsciente y sangrando.

La agresión se produjo durante la madrugada del 11 de enero del 2018 en el bar Aturuxo, situado en el barrio monfortino de la Estación. La Fiscalía sostiene que la sospechosa se enfadó cuando el dueño del bar le dijo que tenía que abandonar el local. Siempre según la acusación pública, en ese momento, ella empezó a empujarlo y a darle patadas hasta hacerle caer y una vez que lo tuvo en el suelo agarró un taburete y lo usó para golpearlo varias veces en la cabeza y otras partes del cuerpo.

Como estaban los dos solos en el bar, no hubo testigos directos de lo sucedido. La primera persona en dar la voz de alarma fue una mujer que a las cinco de la mañana pasó caminando frente al bar y vio dentro un hombre tirado en el suelo junto a un charco de sangre. Había además cristales rotos en el suelo, algunas sillas tiradas y otros objetivos esparcidos por el local. En ese momento, la ahora procesada seguía dentro. La testigo la vio deambulando entre las mesas y la barra con la cara y la ropa manchadas de sangre.

Asustada, la mujer que pasaba por allí corrió a pedir ayuda a la estación de tren, que está a solo cincuenta metros del bar. El vigilante de seguridad de la estación llamó a a la policía y poco después se presentó en el lugar una patrulla de la Policía Nacional. Muy poco después que ellos llegó al bar preocupada la mujer del agredido. Se había despertado poco antes porque le tocaba abrir el bar a primera hora de la mañana. Sorprendida al ver que su marido no estaba todavía en casa, abrió en su móvil la aplicación del sistema de videovigilancia instalada en el bar y se dio cuenta de que pasaba algo raro cuando vio a la agresora caminando por el interior del local.

A consecuencia de los golpes, la víctima sufrió una fractura en el tobillo derecho, una herida incisocontusa que afectaba al pómulo y el párpado del lado derecho de la cara, diversas contusiones en el cuero cabelludo y en el hemitórax derecho, y un desprendimiento parcial de humor vítreo en el ojo derecho. Tuvo que pasar cuatro días en el hospital y permaneció casi dos meses de baja médica. Como secuelas, le quedaron cinco cicatrices, la más grande de ellas de nueve centímetros en la frente. Además, los médicos que lo atendieron tuvieron que colocarle en el tobillo material de unión entre las partes fracturadas de los huesos afectados.

Después de aquel incidente, la víctima y su pareja decidieron dejar la hostelería. El bar Aturuxo permaneció cerrado hasta que unos meses más tarde se hicieron cargo del local otros propietarios y lo reabrieron con un nombre distinto.