Egildo Foggia, la vida de libro de un zapatero italiano ligado a Monforte
MONFORTE DE LEMOS
El padre de la mujer que dejó sus bienes para una fundación benéfica aparece en un relato de Antón Patiño sobre la represión franquista
09 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La huella de Egildo Foggia sigue viva en Monforte de Lemos. Algunos, muy pocos ya, llegaron a conocerlo. Para otros, pese al paso del tiempo, no deja de ser un nombre familiar. Egildo Foggia, o zapateiro italiano de Monforte es el título de un capítulo del libro Memoria de ferro, en el que Antón Patiño Regueira recoge episodios verídicos de la guerra civil y la posterior represión franquista. Egildo Foggia Paterno, originario de la región italiana de Calabria, abandonó su lugar de adopción en Galicia marcado por ese estigma. Descansa en el cementerio de Monforte, junto a su mujer, María Amalia Vázquez García, y su hija Lilia, que legó su herencia a una institución benéfica que auxiliará a mayores sin recursos en este municipio.
«Egildo trabajó mucho. Tenía sus ideas, pero era un buen hombre, muy afectuoso con todo el mundo», explica Matías Yáñez, propietario del pazo de Molinos de Antero. Su padre, Javier Yáñez, fue el socio de Egildo Foggia en una zapatería y fábrica de calzado ubicada en el número 78 de la calle Doctor Casares, en un inmueble que todavía conserva su tipología original. El italiano, con fama de diseñador y cortador de calzado, encontró en su socio afinidad intelectual y también respaldo económico para poner a andar el negocio.
De cómo aterrizó Egildo Foggia en Monforte nada se sabe. A mediados del siglo XX, Calabria era de las regiones más pobres de Europa. Durante el gobierno de Mussolini, se produjo un importante fenómeno migratorio en todo el sur de Italia. El escritor siciliano Leonardo Sciascia recrea en sus libros historias de compatriotas que se alistaban en la guerra civil española solo por poder comer el rancho diario. Monforte, por otra parte, era en aquella época un referente de la fabricación de calzado en España.
Egildo Foggia llegó a Monforte en aquellos tiempos turbulentos. Lilia, su única hija, vio la luz en el año 1940 en el pequeño pueblo del municipio de O Saviñao del que era originaria su madre. La fortuna de los emigrantes retornados tras la independencia de Cuba había propiciado la proliferación de industrias de curtidos y calzados en la capitalidad de la comarca. Foggia probó fortuna con la fabricación de un tipo de botas robustas, especialidad en la que despuntó tradicionalmente el sector local. Las botas con su sello eran muy demandadas en las minas de Asturias, y el taller de Doctor Casares llegó a contar con más de veinte empleados. El episodio que narra Patiño en su libro no fue ajeno a la decadencia del negocio en su última etapa, cuando el italiano era ya el único propietario y tenía un solo trabajador.
Sus dos domicilios
No está clara la fecha en la que el zapatero calabrés puso rumbo a Madrid con su esposa —de la familia Membreira, de Marrube— y su hija Lilia, fallecida en julio del 2016, que legó su herencia para financiar la fundación Foggia V. García. «Mi hija Rosenda nació en 1963 y recuerdo a Egildo al lado de su cuna. Subía muchas veces a verla», rememora Matías Yáñez. Según su testimonio, la familia Foggia residió primero en un callejón próximo al convento de Santa Clara, desde donde se trasladaría al número 16 de la calle Doctor Casares.
Las botas del italiano también se vendían al detalle en puestos ambulantes en ferias de Monforte y de otros lugares. Finalizada la guerra civil, un joven que fallecería en un enfrentamiento con militares cerca de Bascós —recogido en el libro Memoria de Ferro— se hizo con un par. Interrogado por la Guardia Civil a raíz de aquella compra, el zapatero sufrió tortura y fue condenado a pena de cárcel. «Un día saiu da cadea Egildo Foggia, para voltar facer os seus zapatóns de artesán», escribe Patiño. Nada volvió a ser igual.
Cuatro años de cárcel tras un consejo de guerra
Muchos viajantes vendían a comisión en los mercados las botas que fabricaba Egildo Foggia. Según Patiño, en una de las contadas ocasiones en las que salía a vender fue el propio zapatero italiano el que despachó a un «descoñecido que se lle achegou na feira» las botas por las que acabaría en la cárcel. Llevado al cuartel de la Guardia Civil, prosigue el libro, «malleira tras malleira so lle quedaba dicir que el nunca tivera trato cos guerrilleiros dos que falaban os maltratadores de uniforme». Durante el interrogatorio, Foggia defendió «que non era de esquerdas e que a esas botas déralle saída na feira». De poco le valdría. «Entrou a formar parte dun sumario, logo dun consello de guerra e del chegaríalle a ruína», cuenta el autor de Memoria de ferro.
Foggia pasaría cuatro años en la cárcel por aquella condena. Se sabe que simpatizaba con la causa republicana y que terminada la guerra solía reunirse en secreto con compañeros de ideario. Muchos frecuentaban entonces los calabozos víctimas del celo de la misma autoridad que consintió —escribe Manuel Rivas en el prólogo del libro — «unha forma de cacería humana».
Monforte la sufrió de forma especialmente cruel por la importancia del movimiento obrero que emergía entre los talleres del ferrocarril, las fábricas de calzado, las cerámicas y las minas de Freixo, en manos del capital alemán. Todos los que lo recuerdan, hablan con cariño del zapatero italiano. Pero tenía sus ideas, y de eso, mucho tiempo después, todavía cuesta hablar.
Nacido en A Coruña, en agosto de 1919, y fallecido en Vigo, en julio del 2005, Antón Patiño Regueira fue un intelectual muy ligado a Monforte a lo largo de toda su vida. Poco antes de su muerte, salió a la luz el libro Memoria de ferro. Buena parte de los 37 episodios que recoge tuvieron como escenario el sur lucense. «Son historias de xentes anónimas e humildes que eu coñecín e que non aparecen nos libros sobre a guerra civil. Quixen escribir estas historias para que o seu recordo se garde dalgún xeito», señalaba entonces Patiño en una entrevista en este diario.