¿Y las humanidades, para cuándo?

Cartas al director
Cartas al director CARTASALDIRECTOR

MONFORTE DE LEMOS

Fernando Alvarado

09 jul 2020 . Actualizado a las 10:02 h.

 Las humanidades, las grandes olvidadas

Me fijo en que cada vez son menos los estudiantes que escogen estudiar carreras del área de las humanidades ¿Por qué? ¿Qué pasa con los padres y los centros educativos? La gente que conozco me dice que el problema es la entrada en el mercado laboral. No estoy de acuerdo. Las humanidades a día de hoy y siempre han tenido una infinidad de salidas! Por ejemplo, ¿Por qué no estudiar filología? ¿A caso sabéis la cantidad de especialidades que estas tienen? No solo la docencia, ya que siempre se dice que si estudias algo relacionado con las humanidades, normalmente, es para ser profesor, y no es así ¡Es un tópico! Traductor, investigador, historiador, lingüista (que tiene una barbaridad de aplicaciones). Dejemos de discriminar las humanidades y empecemos a humanizarnos un poco más. La investigación científica es muy importante, pero no olvidemos que las humanidades también son ciencia. David Fernández Centeno. Pontevedra.

 Hay alumnos perjudicados 

Ahora que estamos inmersos en la EBAU, matrículas y solicitudes de plazas en los centros educativos, yo miro tan solo a unos días atrás y recuerdo cuando la ministra Celaá nos dijo a todos -padres y alumnos incluidos- que el confinamiento no perjudicaría a ningún estudiante, que la promoción sería una norma general. Pero la realidad fue que nuestros hijos quedaron única y exclusivamente en manos de sus profesores. En mi caso abandonados, desamparados y sin recursos. Intentan convencernos de que los docentes pusieron todo de su parte. Perdonen que lo dude. Yo diría más bien que el buen docente siguió siéndolo y el mediocre obtuvo manga ancha, amparado por decretos y modificaciones de criterios de evaluación.

Cuando se presentan recursos son desestimados, como siempre. ¡Con la Administración hemos topado!, diría una compañera abogado. El consuelo que me queda, es saber que tengo un hijo fuerte, que no se hunde aunque le pisen la cabeza. El aprendizaje en los centros públicos con buen nombre, buena reputación, no siempre es tal. Otros en cambio con menos fama han demostrado estar muy por encima de los primeros. No escribo desde la rabia. Me he dado tiempo a serenarme y este tiempo me ha llevado al sentimiento de resignación tan gallego. ¡Qué triste! Ángeles Costoya. A Coruña.

 Titiriteros 

Van de pobo en pobo, buscando a provocación e a confrontación. Non lles importa a historia

nin a idiosincrasia do pobo. Vailles a marcha, votar gasolina ao lume. Son uns faltóns. A súa ignorancia non ten cancelas. Non os ruboriza a mentira. Atacan os símbolos e sinais de identidade máis arraigadas na sociedade. É a súa estratexia; que pobreza non ter outra. Mais non teñen toda a culpa, téñena tamén quen lles fai caso. Non debemos darlles pulo nin poñernos a súa altura. Ignoralos é o mellor de xeito de enfrontarse a eles. O seu descoñecemento vainos poñer no seu sitio. Non merecen que lles demos explicacións, a estas alturas non temos que demostrarlles nada.

Veñen en busca do voto e por moito cebo que poñan, aquí, o peixe non vai picar. Manuel Piñón. Ferrol.

 Por la edad, nadie debe ser víctima

Desde principios de año y a consecuencia del coronavirus oímos a menudo las palabras viejo y ancianos, asociándolas sobre todo a geriátricos cuando en la fachada de estos reza en los letreros residencia para mayores, cuidando también a gente que no llega a los 60 años de edad. Yo nunca menciono estas palabras pues las encuentro radicales. El diccionario se refiere a la palabra viejo como: algo antiguo, como viejo testamento, ropa vieja, el cuento de la vieja. Sobre anciano habla de persona de muchos años. Yo me pregunto: ¿Cuántos son muchos años? ¿60, 70, 80? Actualmente conozco a personas con más de 80 que hacen footing, montan en bici, nadan, practican caza y pesca y en las fiestas no se arrugan. Todo va en el espíritu. Los años solo suman. Gonzalo Rodríguez. Monforte.

Se abona a la bronca

La coherencia política no parece el fuerte del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias. Mientras su partido firmaba una carta en Bruselas para que las ayudas europeas se sometan al criterio de responsabilidad de los gobiernos que van a recibir los fondos, Iglesias acusaba en el Congreso al PP de traición a España, por haber pedido lo mismo en Europa. De hecho la carta que ha firmado el grupo parlamentario europeo al que pertenece Podemos también lleva la firma de los líderes de los grupos popular, socialista y liberal. Por tanto, lo que ha pedido el Partido Popular es algo tan sumamente lógico como que los 140.000 millones de euros que España va a recibir de Europa estén sometidos a una supervisión para garantizar que se destinen a paliar las necesidades reales de nuestra economía, con una prioridad a los sectores económicos más golpeados por la crisis. José Morales. Girona.