«Nos primeros días despois de abrir non dabamos abasto coa clientela»

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

MONFORTE DE LEMOS

CARLOS CORTÉS

Las peluquerías de Monforte recobran poco a poco la normalidad tras un período sin precedentes

17 jun 2020 . Actualizado a las 10:12 h.

Las peluquerías de Monforte pasan por un relativo retorno a la normalidad tras unos meses insólitos, en los que al prolongado cierre causado por la crisis del coronavirus la alarma sanitaria le siguió una fase de máxima actividad y de adaptación a las nuevas normas de prevención. «Nos primeiros días despois do desconfinamento non dabamos abasto coas peticións de citas da clientela e a listas de espera», explica Pedro Estévez, responsable de la peluquería masculina Pedro, que ha trabajado siempre con cita previa. «A xente estaba tan ansiosa por volver cortar o pelo que un cliente me dixo ao entrar: ‘quérote máis que á miña muller’», bromea.

«La verdad es que al principio estuvimos saturadas y desubicadas, porque empezó a llamar muchísima gente -dicen en la peluquería unisex Glamour, en la que trabajan cuatro personas- y nos costó un poco organizarnos para atenderlos a todos». Una vez pasado este primer período, añaden, la situación se ha ido normalizando. En similares términos se expresan en Princes’s, otro establecimiento unisex. «Ao principio houbo unha saturación, pero en canto pasou ese período xa comezamos a traballar con máis normalidade», dicen.

En la peluquería masculina Juan -en la calle Roberto Baamonde- «el primer mes fue a tope», dice su propietario. «Cuando nos permitieron abrir de nuevo la gente empezó a llamar para pedir cita y hubo algunos que tuvieron estar hasta una semana y media en lista de espera», añade. Más adelante la demanda empezó a bajar. «Ahora incluso está casi más floja de lo que sería normal en esta época del año y estoy esperando a ver si se anima un poco con la llegada del verano», agrega el peluquero.

Problemas para abastecerse de materiales de seguridad

En la peluquería femenina Internacional también se registró una avalancha de citas al empezar el desconfinamiento. «Pero con eso ya contábamos», dicen sus responsables. El principal problema fue conseguir los materiales necesarios para cumplir las normas de seguridad. «Los almacenistas abrieron el mismo día que nosotros y fue muy complicado obtener guantes, geles y mascarillas», dicen. En este local también han notado un descenso importante de la demanda con relación al período anterior al cierre.

En los negocios del sector, por otra parte, hay una gran preocupación por cumplir al máximo las normas de higiene. Además del uso obligado continuado de mascarillas e hidrogeles por parte de los profesionales y clientes, hay que limpiar y desinfectar una y otra vez los suelos, muebles y materiales de trabajo. Pedro Estévez señala a este respecto que la repisa de mármol verde oscuro en la que coloca sus instrumentos ha ido perdiendo color por haberla frotado incontables veces con una solución alcohólica.

«Ao principio a algúns clientes si que lles custou adaptarse»

La adaptación de la clientela a las nuevas normas de seguridad sanitaria, según los profesionales del sector, no ha causado grandes problemas, pero en algunos casos costó su trabajo. «Ao principio a algúns clientes si que lles custou adaptarse e ao entrar no local preguntaban se xa se podían quitar a máscara», dicen en la peluquería Princes’s. El dueño de la peluquería Juan apunta que algún cliente entró inadvertidamente sin mascarilla por habérsela dejado en el coche o en otro lugar. «Pero al decirles que así no pueden estar en seguida comprenden y dan la vuelta para ir a buscarla», dice. «La gente mayor lo lleva un poco peor, pero con los más jóvenes no suele haber ninguna dificultad», explican los responsables de la peluquería Fetiche.

En la peluquería Internacional, según apunta su propietario, «a los clientes no les costó adaptarse a las normas de seguridad y desde el primer día han cumplido sin ningún problema todo lo que se les mandaba».

Responsabilidad infantil

Por su parte, Estévez señala que «os nenos mostran unha responsabilidade moi grande, e non protestan nunca por ter que estar todo o tempo coa máscara posta». En su negocio -añade- hubo niños que quisieron ponerse la mascarilla aunque por su corta edad, de solo dos o tres años, no era obligatorio que lo hiciesen.

Desde que empezó el desconfinamiento, los clientes también se han tenido que adaptar a hacer turnos para ser atendidos. En los locales de dimensiones limitadas solo pueden entrar de uno en uno. En los que cuentan con varios trabajadores, como Glamour, se permite un cliente por cada uno de ellos. Pero la clientela, según los profesionales, se ha acostumbrado con rapidez a la situación aunque sea necesario aguardar el turno en el exterior del local, ya que las salas de espera no se utilizan.

En los establecimientos del sector también se ha dejado notar el recelo de los clientes ante el riesgo de contagio. «Houbo algunha clienta que quixo traer de casa a súa propia toalla e aínda hoxe segue habendo bastante medo», dicen en la peluquería Princes’s. El responsable de la peluquería Internacional, en cambio, dice que no percibe miedo en los clientes. «Lo que le llamaría es respeto, porque la gente es consciente de que la situación es seria», concluye.